La nuera de Estefanía de Mónaco tuvo mejor posición como novia que como esposa de Louis Ducruet.
Si el Baile de la Rosa es la gran gala de Carolina de Mónaco, donde reúne a su descendencia y brilla con luz propia, para la más austera y discreta Princesa Estefanía, su gran momento llega cuando se inaugura el Festival de Circo de Monte-Carlo. La hija menor de Rainiero III y Grace Kelly ama el circo y no duda en asistir año tras año a este evento que organiza y preside.
En la 44 edición no ha habido sorpresas y se ha presentado muy bien acompañada por algunos de los Grimaldi. Es costumbre que asista el Príncipe Alberto, al que le gusta ceder el protagonismo a su hermana, pero que también quiere apoyar su labor con el circo. Suele llevar además a los Príncipes Jacques y Gabriella, que representan el futuro de la Familia Principesca y quiere que amen el circo tanto como su padre y su tía. La que no va nunca es la Princesa Charlene, que no parece muy entusiasmada con según qué actos.Y por supuesto, los que no se lo pierden son los hijos de Estefanía de Mónaco. Tanta pasión tienen que incluso la mediana, Pauline Ducruet, regresó a Monte-Carlo para asistir a la inauguración de la 44 edición de este certamen creado por el Príncipe Rainiero en 1974. La diseñadora estaba radiante con un vestido en blanco y negro con escote en uve, aunque no sonrió demasiado. Por su parte, la Princesa Estefanía deslumbró con un traje de pantalón rojo que dejaba un hombre al descubierto.
Un lugar secundario para Marie Chevallier
Poco se puede decir de Marie Chevallier. La esposa de Louis Ducruet acudió con su marido, su suegra, su cuñada y su tío. Es costumbre que Marie Chevallier ejerza como acompañante en las citas a las que asiste con el primogénito de la Princesa Estefanía, incluso desde antes de casarse.
Parece que como novia tenía mejor posición, o al menos eso parece viendo cómo fue su aparición. Mientras Alberto de Mónaco, la Princesa Estefanía y Pauline Ducruet iban en la primera fila, los Ducruet-Chevallier caminaron detrás de ellos. Una vez colocados en la carpa, los cuatro Grimaldi de sangre ocuparon la primera línea, mientras que ella, fue relegada a la segunda, posiblemente por falta de espacio.