Iñaki Urdangarin ha vivido la que ha tenido que ser la peor semana de su vida. No tuvo que ser fácil la imputación, ni la declaración, ni la condena, pero al menos podía refugiarse en el calor de su hogar y el amor de su familia, pero eso ahora ya es historia al menos hasta que reciba su primer permiso.
La preocupación de Iñaki Urdangarin
Inaugurado en 1989, el centro penitenciario de Brieva está en un lugar apartado, aunque muy cerca de pueblo. Cuenta con 43.540 metros cuadrados de superficie, 162 celdas más 18 complementarias en la enfermería, y entre sus instalaciones destacan un patio, una pista de fútbol sala y baloncesto que disfrutan las en torno a 100 presas que habitan entre sus muros. De todo ello podría disfrutar siempre y cuando no se cruce con las reclusas, a las que no verá durante toda su condena.
¿Cómo fueron sus primeros momentos en la cárcel? Iñaki Urdangarin estaba hundido, pero se mostró muy educado con los funcionarios. Además, según comentó Pilar Eyre en su blog, lo primero que hizo fue preguntar si había servicios religiosos. El expresidente del Instituto Nóos es un hombre profundamente religioso, y la fe le ha servido para sobrellevar el calvario que se ganó él solo al delinquir. Por mucho que se sienta inocente, la Justicia ha demostrado que no lo es. Alegría y alivio es lo que sintió al saber que el jesuíta José María Fernández Martos, visita todos los domingos el centro penitenciario de Brieva para dar misa. Urdangarin no podrá acudir porque no puede estar con las presas, pero el religioso podría reunirse con él si necesita consuelo.
Más allá de sus preguntas, Iñaki Urdangarin no ha tenido más remedio que pasar por lo mismo que los demás reclusos cuando ingresan en el centro penitenciario. Los funcionarios han comprobado su identidad, le han tomado las huellas y le han hecho fotos. Se le ha apuntado en el libro de ingresos y se le ha abierto una ficha personal en la que se irá anotando todo lo que le ocurra. También ha tenido que ser examinado por un médico y por un psiquiatra de Instituciones Penitenciarias. Aunque un tanto demacrado, físicamente se encuenta bien, pero no se puede decir lo mismo de su estado anímico.
Existe cierta preocupación con respecto a Urdangarin. Al estar solo se puede garantizar su seguridad, que se pondría en riesgo rodeado de presos comunes que podrían hacerle la vida posible por su parentesco real. Sin embargo, el marido de Cristina de Borbón no se encuentra bien, está bajo de moral, aunque prefiere estar solo porque en estos años de calvario siente cierta fobia a estar con desconocidos. Ha recibido muchos insultos en este tiempo cuando aparecía por España, así que prefiere estar solo.
De todos modos, estar solo no es la panacea, ya que es más fácil que pueda venirse abajo. En sus primeros días tiene que adaptarse y quizás lo lleve mejor, pero los funcionarios de prisiones solo pueden hablar lo justo con él, así que solo le quedan las llamadas, las visitas que pudiera tener y el apoyo de personas que le presten su consuelo, como Sor Carmen, la monja encargada de ofrecer asesoramiento religioso en la cárcel de Brieva, que desveló en 'El Programa de AR' que había estado con él. Esta persona comentó que no había habido ningún trato de favor hacia el reo, que comió judías pintas, pescado y yogur y que está siendo muy amable con todo el mundo. No está siendo fácil, pero no le queda más remedio que adaptarse a la nueva situación que le ha tocado vivir. La Justicia ha hecho su trabajo.