FAMILIA REAL BELGA

Paola de Bélgica: la vida de la escandalosa italiana que conquistó al infiel Alberto de Bélgica

Ha pasado de que se le prohibiese la entrada en el Vaticano por llevar minifalda a ser una devota creyente y abuela. La vida de la esposa de Alberto II ha sido intensa y alocada.

Juan Salgado 11 Septiembre 2018 en Bekia

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La Reina Paola llegó a la vejez siendo una mujer con el pelo totalmente blanco, apoyada en un bastón (o del brazo de su marido) y que vive plenamente dedicada a sus nietos. Podría ser la descripción de cualquier abuela, pero en este caso se trata de la Reina Paola de Bélgica y la descripción resulta sorprendente si uno hace un repaso a la vida de esta princesa de origen italiano. Una trayectoria llena de altibajos y que dista mucho de cualquier abuela común e incluso de cualquier reina.

La candidata perfecta: guapa y de buena familia

La Princesa Paola Margarita Antonia Consiglia Ruffo di Calabria nació el 11 de septiembre de 1937 en el seno de una de las familias más importantes de Italia, emparentados con prácticamente toda la aristocracia del país. Su padres eran el Príncipe Fulco Ruffo di Calabria IV (Duque de Guardia Lombarda y Conde de Sinopoli) y Luisa Gazelli (Condesa de Rossana y de San Sebastiano).

Teniendo en cuenta esto no resulta extraño que la joven fuese invitada en noviembre de 1958 a la entronización del Papa Juan XXIII. Allí se dieron cita las más altas autoridades de todo el mundo y numerosos representantes de las monarquías europeas, entre ellos el Príncipe Alberto de Bélgica. Este último acudía en representación de su hermano, el Rey Balduino, y en cuanto vio a Paola con su brillante pelo rubio, su piel tostada y sus ojos azules ya no pudo dejar de mirarla.

El embelesamiento del Príncipe de Lieja llegó a tal punto que pidió a sus ayudantes que la identificasen y que fuera invitada a los dos días a una cena en la embajada belga. La cosa parecía que iba en serio y el Rey Balduino decide encarar una investigación sobre Paola para comprobar su pasado y su reputación. Los resultados fueron de lo más esclarecedor: no se le conocía ningún novio, su trayectoria estaba limpia como una mácula y además procedía de buena familia.

De este modo se inició un breve noviazgo lleno de fiestas, jornadas de esquí, largos paseos bajo el sol... y que culminó el 2 de julio de 1959 con un enlace matrimonial celebrado en la Catedral de Santa Gúdula de Bruselas. La novia llevaba un velo del siglo XIX procedente de su familia y que posteriormente usarían también su hija, la Princesa Astrid, y su nuera, la hoy Reina Matilde de Bélgica.

Los primeros años en palacio de "la princesa rebelde"

Paola fue la primera consorte en habitar el Palacio Real de Bruselas desde hacía casi 25 años. Concretamente desde 1935, cuando falleció la Reina Astrid. Desde entonces la Corte se había regido por las costumbres y necesidades masculinas primero de su viudo, el Rey Leopoldo III, después casado con Lilian Baels, y en ese momento por las del hijo de este, el Rey Balduino.

El panorama que encontró la italiana cuando llegó al país fue un palacio sombrío, lleno de hombres de traje gris y regido por un protocolo anticuado y estricto. A esto habría que sumar la profunda religiosidad que guiaba el día a día de la Familia Real debido a las intensas creencias católicas del Rey. Una situación que no hizo más que empeorar en solo un año con la llegada de Fabiola de Mora y Aragón, la española con la que Balduino contrajo matrimonio en 1960.

El periodista y escritor Xabier Febres describe la situación con estas palabras: "Frente al sentimiento trágico de la corte teologal de Balduino y Fabiola, Paola proclamaba la alegría de vivir y el beneficio del placer". Y es que la esposa del Príncipe Alberto era todo lo contrario a sus cuñados: extrovertida, aficionada a las minifaldas, apasionada de los viajes en motocicleta y del rock-n-roll...

Durante estos años se logró el apodo de "la princesa rebelde", pero sobre todo el de "la princesa más bella de Europa", compitiendo mano a mano con Grace Kelly en las portadas de revistas de la época. Eso sí, Paola era ajena a todo ello y disfrutaba plenamente de su vida sin importarle el qué dirán. De hecho, corre el rumor de que el día que asesinaron a John Kennedy lo primero que ella dijo fue: "¡Qué fastidio! ¡Con lo que me ilusionaba la fiesta de esta noche y ahora ha sido suspendida!"

Los largos años de escándalos e infidelidades

En cuestión de poco más de tres años, los Príncipes de Lieja tuvieron a sus tres hijos: Felipe (1960), Astrid (1962) y Laurent (1963). Unos niños que no consiguieron traer la felicidad y la estabilidad a sus padres, que por aquel entonces atravesaban ya la primera gran crisis de su matrimonio.

Las causas eran, por un lado, el hastío de la Princesa Paola hacia la encorsetada vida de actos oficiales que su rango le exigía, pero sobre todo por las continuas infidelidades del Príncipe Alberto. Fueron muchas las mujeres que sucumbieron ante sus encantos, pero sobre todo hubo una que daría mucho que hablar: la Baronesa Sybille de Selys-Longchamps.

Comenzaron una relación en 1968 cuando ambos estaban casados y fruto de ello habría nacido una niña. Se trató de un hecho que cambió por completo la vida de los dos y que motivó al Príncipe Alberto a pensar en renunciar a sus derechos para poder separarse de su esposa, casarse con Sybille y empezar una nueva familia con ella. Su hermano Balduino se negó en rotundo y le dijo que debía esperar al menos a que su hijo, el Príncipe Felipe, alcanzase la mayoría de edad. Finalmente, por las dificultades que se les presentaban, Sybille decidió poner fin a la relación y mudarse a Londres con su hija.

Mientras todo esto ocurría la Princesa Paola no se quedó de brazos cruzados, sino que decidió pagar a su marido con la misma moneda. Dejó a sus hijos, comenzó a viajar por Europa e inició un romance con el fotógrafo y aristócrata Albert Adrien de Munt, con el que los paparazzi la sorprendieron abrazada en una playa de Cerdeña. A este le seguiría el cantante italiano Salvatore Adamo, que llegó a componer para ella la canción 'Dulce Paola', cuyas estrofas decían: "Paola, en el fondo del corazón conservo al igual que de una bella flor el recuerdo de tu dulzura".

La situación era insostenible y los Reyes Balduino y Fabiola, cansados de rezar por las almas descarriadas de este matrimonio, decidieron intervenir de manera directa. Consiguieron convencer a Paola de que debía regresar a Bruselas para atender sus compromisos oficiales y a sus hijos, bajo la promesa de que se le habilitaría una residencia dentro del Palacio Real lejos de la de su marido. De ese modo, el Príncipe Alberto viviría en el ala izquierda y su esposa en el ala derecha.

Llegó el momento de asumir responsabilidades

En 1984 los Príncipes de Lieja celebraron sus Bodas de Plata en un momento en el que la reconciliación era casi plena. Parecía que al fin habían quedado atrás los años de escándalos amorosos y el heredero por fin se había dado cuenta de que si algún día quería suceder a su hermano en el trono debería sentar cabeza. Y lo mismo aplicable a su esposa, que decidió dejar atrás su alocada vida y asumir el papel que se esperaba de ella.

Pese a todo, el 31 de julio de 1993 se produjo un hecho que pilló a todos por sorpresa: la repentina e inesperada muerte de Balduino mientras veraneaba en España. El caso es que aunque su sucesor legítimo era su hermano Alberto, Balduino se había dedicado durante los últimos años a formar a su sobrino Felipe con la intención de que fuese este quien le sucediera. Sin embargo, a la hora de la verdad, fue Alberto quien hizo primar sus derechos dinásticos y se convirtió en soberano de los belgas.

Así fue hasta 2013, cuando decidió abdicar a favor de su hijo debido a sus problemas de salud, unas dolencias que arrastra desde entonces y de los que ha seguido sufriendo, ya que en abril de 2018 fue intervenido a causa de problemas cardiovasculares y antes de eso ya había tenido que ser sometido a varias operaciones quirúrgicas a causa de un cáncer de piel.

A lo largo de todo este tiempo, Paola ha sido su mejor apoyo. Aunque la realidad es que ella tampoco está disfrutando de una vejez en la plenitud de sus facultades. En las Navidades de 2016 tuvo que ser ingresada en un hospital debido a una fractura vertebral ocasionada por una caída, aunque ya el año anterior había tenido que afrontar "un periodo de descanso total" en el que suspendió todas sus actividades a causa de una arritmia cardíaca.

Sus 12 nietos y su bisnieto son su mejor antídoto ante los problemas de la edad. Esta es la faceta a la que la Reina Paola dedica gran parte de su tiempo, del que también saca ocasión para volcarse con las numerosas causas sociales que amadrina. La principal es la Queen Paola Foundation (creada en 1992 para favorecer la integración social de los jóvenes) pero también destaca su labor al frente de la Queen Elisabeth Music Chapel y sobre todo la organización Missing Children Europe.

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