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Renuncias, una depresión y el varón que nunca llegó: Así ha sido la historia de amor de Naruhito y Masako de Japón

El Emperador nipón y su Consorte han protagonizado una de las relaciones más herméticas de la realeza marcada por la depresión y las ausencias públicas de ella.

Paloma Alves 22 Octubre 2019 en Bekia

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Naruhito y Masako de Japón son una de las parejas más peculiares, a la par que herméticas, de entre todas aquellas que conforman la realeza mundial. Su matrimonio siempre ha estado en entredicho debido a las continuas ausencias en compromisos públicos de la Consorte, pero el Emperador del país ha permanecido a su lado y no ha dudado en protegerla del escarnio público en todas aquellas ocasiones que así lo han requerido, bien fuera a través de comunicados u otras declaraciones que achacaban el complicado estado de salud de Masako de Japón a una prolongada depresión. Pero, ¿cómo ha sido esta relación que tantas dudas y rumores ha despertado a lo largo de la historia?

Un amor con renuncias

Cuando en 1986 se produjo el primer encuentro entre el entonces Heredero y Masako, ella presumía de tener uno de los expedientes académicos más completos. Y es que, ser hija del Viceministro de Asuntos Exteriores nipón le permitió asistir a algunos de los centros con más renombre en el mundo como la Unversidad de Cambridge, la de Oxford o la de Harvard, donde se licenció en Economía bajo la consideración de 'cum laude'. De manera que, visto su curriculum, estaba claro que a la joven le esperaba un prometedor futuro, el cual comenzó como integrante del cuerpo diplomático.

Sin embargo, una exposición de El Greco con la Infanta Elena como invitada trastocaría todos los planes de futuro de la ahora Emperatriz Consorte. Aquel día, numerosas jóvenes de la sociedad japonesa fueron invitadas a una recepción real, con el objetivo oculto de que el entonces Príncipe Naruhito encontrara a su media naranja, ya que tenía 27 años, era el Heredero y todavía no había pasado por el altar. Entre aquellas mujeres estaba Masako, de quien el hijo de Akihito quedó prendado al momento, pero cuya relación no fue bien vista por la Casa Imperial.

Y es que, no solo es que ella fuera plebeya, sino que además de no haber vivido apenas en Japón, la mayor parte de su formación académica la había realizado fuera del país y por lo tanto estos eran obstáculos que no podían pasar por alto desde las más altas instancias de la institución. Sin embargo, Naruhito de Japón no tenía intención de rendirse y, a pesar del carácter tan introvertido y reservado que siempre se le ha achacado, fue entonces cuando decidió dejarlo a un lado y luchar para que su relación con Masako fuera aprobada.

Sin embargo, semejante lío y la posterior persecución sufrida tras conocerse su relación hicieron que ella quisiera salir huyendo del país con destino Oxford, donde tenía pensado regresar para terminar su tesis universitaria. No obstante, el ahora Emperador logró convencerla y, después de tres negativas a que se casará con él y bajo la sincera promesa de que siempre cuidaría de ella, finalmente en 1993 logró arrancar el ansiado sí a Masako de Japón en una ceremonia muy simbólica que culminó con un recorrido de tres kilómetros a coche descubierto por las calles del país.

Con este matrimonio, la recién convertida en Princesa de Japón renunciaba a cualquier futuro propio, sobre todo el que ya había comenzado en el cuerpo diplomático y en el que ella se movía como pez en el agua. En este sentido, esta decisión fue, para muchos, el inicio de los problemas para la pareja, pues quizás ella no podía siquiera hacerse una idea de lo que sería pertenecer a la Casa Imperial ni de las obligaciones que esta posición llevaba implícitas.

La imposibilidad de dar un Heredero

Precisamente uno de esos deberes en cualquier pareja real, más aún si eres el siguiente en la línea de sucesión, es la necesidad de concebir un Heredero que permita continuar con el legado. Sin embargo, para Naruhito y Masako de Japón esto no fue tarea fácil y el hecho de que el matrimonio tardara en anunciar ocho años el primer embarazo desde que pasaran por el altar, hizo mella en la salud de la Consorte.

Cada año que pasaba, ella sentía cada vez más los rumores, cuchicheos y la presión de la sucesión sobre sus hombros, lo que desencadenó en una depresión que públicamente nunca han reconocido y que, desde fuentes oficiales, solo han justificado como episodios constantes de estrés. Esto provocó la desaparición de la Princesa y la asistencia en solitario del hijo de Akihito a numerosos compromisos en los que, a pesar de la presión y los duros comentarios que de su propia familia o Gobierno ha tenido que soportar al respecto, él se ha mantenido fiel a su promesa de boda en la que aseguraba a Masako que siempre cuidaría de ella.

Desafortunadamente, este primer embarazo no llegó a buen puerto, pues la llamada Princesa triste sufrió un aborto que agravó aún más su estado de salud y que la obligó a someterse de nuevo a diferentes tratamientos de fertilidad. Por suerte, en 2001 la Casa Imperial anunciaba que la pareja estaba de nuevo esperando un hijo. No obstante, el bebé sobre el que los más conservadores habían puesto todas sus esperanzas resultó ser una niña, Aiko, y por lo tanto el problema de la sucesión seguía latente, pues en Japón las mujeres no tienen permitido subir al trono.

De manera que, la dificultad de concebir un varón, así como la presión y los duros comentarios al respecto son las causas a las que muchos apuntan como detonantes de una depresión cuyos síntomas, en los últimos tiempos, parecen haber disminuido, pues las apariciones públicas de Masako de Japón han aumentado considerablemente. ¿Y qué pasa con la sucesión? Pues el hecho de que el hermano de Naruhito de Japón, el Príncipe Akishino haya pasado a ser considerado el Heredero y, sobre todo que este sí haya sido padre de un varón, Hisahito, han liberado de alguna manera a Masako, que ya no debe cargar con esa responsabilidad a sus espaldas.

Más unidos desde la entronización

Desde que se supo de la depresión que sufría la mujer de Naruhito de Japón, ha sido esta la que acaparado todo los focos y el protagonismo por encima de su marido o de los actos y eventos de la propia Familia Imperial. De este modo, cuando este sucedió a su padre Akihito en mayo de 2019 como Emperador, toda la atención recayó en Masako, o más bien en las palabras de aquellos que dudaban de que la ahora Consorte pudiera hacer frente a sus tareas como Emperatriz.

Sin embargo, Masako de Japón ha superado las expectativas y ha sorprendido a todos cumpliendo con cada uno de los actos en su agenda y además haciéndolo con una permanente sonrisa en la cara, algo de lo que los japoneses no han disfrutado desde que se casara con el hijo de Akihito. De hecho, fue en la visita de Donald y Melania Trump al país nipón donde la Consorte se mostró más resuelta que nunca dejando ver su pasión por las tareas diplomáticas y haciendo gala de su perfecto inglés de Harvard y Oxford.

Sin duda, un gran avance que ha hecho que el matrimonio vuelva a ganarse el favor de sus súbditos, a quienes el propio Emperador Naruhito pidió paciencia ante el estado de salud de su mujer demostrando que su apoyo a Masako de Japón ha sido constante a lo largo de todos estos años: "Deseo ser de ayuda a Masako y seguir apoyándola en la medida que pueda. Me gustaría que (refiriéndose a la sociedad) siga con cariño su recuperación".

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