LAZOS DE SANGRE

Los Bowes-Lyon: tragedias, escándalos e historia de la familia materna de la Reina Isabel

Desde las primas internas en un hospital mental hasta un sobrino denunciado por abusos sexuales, son muchas las noticias y leyendas que envuelven a la rama escocesa de la realeza británica.

Juan Salgado 30 Enero 2021 en Bekia

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Tras el estreno de la cuarta temporada de la serie 'The Crown' todos hemos podido descubrir los pormenores de la tensa relación de la Reina Isabel II con Margaret Thatcher y del trágico matrimonio del Príncipe Carlos y Lady Di. Pero también hemos descubierto la historia secreta de dos primas de la soberana británica, Katherine y Nerissa Bowes-Lyon, que permanecieron encerradas y olvidadas en un psiquiátrico debido a su discapacidad intelectual. Una historia que se desarrolla en el séptimo capítulo de la temporada y que ha llevado a muchos a indagar en el árbol genealógico de los Windsor para descubrir más sobre la familia Bowes-Lyon.

Tal y como narra el personaje de la Reina Madre en dicho capítulo, los Bowes-Lyon pasaron de ser unos aristócratas menores a tener un parentesco de sangre con la Corona. Ella, de hecho, fue la primera mujer de sangre no real en casarse con un miembro de la Casa de Windsor. Su padre, Claude Bowes-Lyon, tenía el título de Conde Strathmore y Kinghorne pero no dejaba de ser un plebeyo al servicio de la Corona. Ahora, sin embargo, los vínculos de esta familia escocesa con la Familia Real Británica los ha puesto en el punto de mira y sus más escabrosas historias forman parte del dominio público.

Las raíces escocesas (y malditas) de la Reina Isabel

Los orígenes de la familia Bowes-Lyon se remontan hasta la Edad Media, cuando Sir John Lyon (1340-1382) recibió de su suegro, el Rey Roberto II de Escocia, unos terrenos en la pequeña ciudad de Angus para construir una fortaleza que recibió el nombre de Castillo de Glamis. Pese al estrecho vínculo con la Corona, los títulos nobiliarios asociados a la familia no llegaron hasta siglos después: primero se creó la distinción de Lord Glamis y posteriormente el Condado de Strathmore y Kinghorne, ya en el siglo XVII. Desde entonces, las propiedades y los títulos de los Bowes-Lyon han ido pasando de generación en generación hasta llegar a nuestros días.

Entre esas propiedades destaca sobre todo el Castillo de Glamis: el lugar donde surgieron los Bowes-Lyon, donde se crio la Reina Madre y donde nació la Princesa Margarita. En él se inspiro además el mismísimo William Shakespeare para escribir su obra 'Macbeath'. Pero a pesar de todos estos hitos, el Castillo de Glamis es más conocido por las leyendas de fantasmas y maldiciones que pesan sobre él y que - a la luz de los hechos - parecen haber condicionado mucho el devenir de los diferentes miembros de la familia Bowes-Lyon.

Se cuenta que hay dos fantasmas que deambulan por sus incontables habitaciones. Uno es el Conde Berdie, quien por su afición a las cartas acabó entregando su alma al diablo y fue condenando a vagar por la eternidad. El otro es conocido como Lady Grey y su historia es la de una mujer acusada de haber envenenado a su marido y que murió quemada en una hoguera. Junto a ellos convive también la leyenda del "monstruo de Glamis": un Bowes-Lyon nacido en el siglo XIX y cuyas deformidades supuestamente hicieron que sus padres le encerrasen en una habitación secreta del castillo. ¿Podría considerarse esto un preludio de lo que pasaría en el futuro?

Las hermanas repudiadas y olvidadas

De sus ocho hermanos, el favorito de la Reina Madre era John Bowes-Lyon. Conocido familiarmente como "Jock", era catorce años mayor que ella y lamentablemente no llegó a verla reinar debido a su prematura muerte en 1930. Una tragedia con grandes implicaciones para su viuda, Fenella Hepburn-Stuart-Frorbes-Trefusis, quien con tan solo 41 años debía encargarse de educar y mantener a cuatro hijas que desde la boda de su cuñada con el futuro Rey de Inglaterra estaban en el punto de mira de la familia.

Dos de ellas, Anne y Diana, eran perfectamente normales y sanas. Pero no ocurría lo mismo con Katherine y Nerissa: ambas habían nacido con una discapacidad intelectual que las mantendría de por vida con una edad mental propia de un niño de tres años y sin ser capaces de hablar. Debido al prejuicio social que en aquella época existía hacia este tipo de enfermedades y a la posible repercusión que la condición de Katherine y Nerissa pudiese tener sobre la imagen de la Familia Real, su madre decidió internarlas en secreto en el hospital mental Royal Earlswood en 1941. Tenían 15 y 26 años, respectivamente.

Nadie volvió a saber nada de ellas hasta que en 1987 el periódico The Sun se hizo eco de la historia y desveló los detalles de su existencia hasta entonces. Las dos hermanas habían sido declaradas oficialmente muertas en 1963, cuando en realidad Nerissa falleció en 1986 y Katherine le sobrevivió hasta 2014. Se descubrió además que en los registros del hospital no constaba visita alguna de ningún familiar en todo el tiempo que permanecieron internas.

El Palacio de Buckingham declinó hacer declaraciones ante el revuelo que suscitaron estas informaciones, alegando que se trataba de "un asunto exclusivo de la familia Bowes-Lyon". Años más tarde se publicó que la Reina Madre - irónicamente patrocinadora de la Real Sociedad para Niños y Adultos con Discapacidades Mentales - no tuvo conocimiento de que sus sobrinas estaban internas hasta 1982 y que, a partir de entonces, se limitó a enviarles dinero y regalos por su cumpleaños y en Navidad.

La familia Bowes-Lyon sigue negando aún a día de hoy las acusaciones de abandono hacia Katherine y Nerissa. Su sobrina, Lady Elizabeth Anson, alegó en su día que su madre (Anne Bowes-Lyon) sí había acudido regularmente a visitar a sus hermanas pero que, como no la reconocían, los médicos sugirieron que esas visitas eran perjudiciales y dejó de hacerlas. Los extrabajadores del Royal Earlswood entrevistados en el documental 'The Queen's Hidden Cousins' (2011) se reafirmaron en su versión y una de las enfermeras que trató a las hermanas añadió: "Si la Reina o la Reina Madre salían en televisión, ellas hacían una reverencia muy majestuosa. Evidentemente tenían alguna clase de recuerdos. Era muy triste... ¡La vida que podrían haber tenido!"

De los vínculos con la realeza a los negocios privados

Mientras que Katherine y Nerissa fueron condenadas al olvido, su hermana Anne Bowes-Lyon pudo disfrutar plenamente de su condición de sobrina de la Reina Madre e incluso aprovecharse de esos vínculos con la realeza en términos matrimoniales. Eso ocurrió en su segundo matrimonio, puesto que en el primero tuvo que "conformarse" con casarse con un aristócrata: el vizconde Thomas Anson. Se casaron en 1938 y tuvieron dos hijos: el célebre fotógrafo Patrick Lichfield y la organizadora de eventos Elizabeth Anson.

Tras su divorcio en 1948, la prima de la Reina Isabel volvió a pasar por el altar con el Príncipe Jorge Valdemar de Dinamarca. Era uno de los bisnietos del Rey Cristian IX de Dinamarca y estaba emparentado con gran parte de las familias reales europeas. Por eso no fue extraño que a su boda - celebrada en la capilla del Castillo de Glamis - acudiesen el Rey Olav de Noruega o la Gran Duquesa Josefina Carlota de Luxemburgo, entre otros.

Sus dos hijos no emparentaron con la realeza directamente, pero supieron mantenerse dentro de ese selecto círculo en calidad de sobrinos segundos de la actual Reina de Inglaterra. El mayor, Patrick Lichfield, fue el encargado de hacer las fotos oficiales de la boda del Príncipe Carlos y Lady Di en 1981, el retrato de la Reina Isabel por su Jubileo de Oro en 2002 y se encargó también del posado de invitados en la boda del Príncipe Pablo de Grecia y Marie Chantal Miller en 1995. Fotografió además a grandes celebridades como Mick Jagger y Freddie Mercury.

Lady Elizabeth Anson, por su parte, fundó en 1960 la empresa de organización de eventos Party Planners. Una compañía que se ha convertido en un referente gracias a sus grandes eventos y, sobre todo, a sus famosos clientes: el Barón Thyssen, Tom Cruise, Donald Trump, Valentino y un largo etcétera. Como no podía ser de otro modo, prácticamente todas las fiestas de la Familia Real Británica estaban organizadas por ella: desde las dos bodas del Príncipe Carlos o los cumpleaños de la Reina Madre hasta la cena de gala previa a la boda de los Duques de Cambridge.

Mucho más que primas: amigas íntimas

La Reina Isabel tuvo que afrontar a finales de 2020 la muerte de Lady Elizabeth Anson y solo unos meses después la de otra familiar muy cercana a ella: Lady Mary Colman. Fallecida el pasado 2 de enero, era la hija de su tío Michael Bowes-Lyon y por lo tanto su prima hermana. Había seis años de diferencia entre ellas y siempre estuvieron muy unidas: tanto Lady Mary Colman como su familia eran invitados habituales en las vacaciones de los Windsor tanto en Balmoral como en Sandringham.

Dos duras pérdidas para la soberana británica debido a los lazos de amistad y de sangre que la unían a ellas. Pero nada comparable a la tristeza en la que la sumió el fallecimiento de Margaret Rhodes en 2016. No solo era también su prima hermana (por ser hija de Lady Mary Bowes-Lyon), sino que desde la infancia fue su mejor amiga. Margareth Rodes nació tan solo 10 meses antes que la Reina Isabel y fueron criadas prácticamente juntas. Hasta el punto de que la Reina Madre en muchas ocasiones se refería a ella como su "tercera hija".

Fue primero dama de honor en la boda de la por entonces Princesa Isabel con el Príncipe Felipe y posteriormente se convirtió en miembro del círculo más íntimo de la Reina Madre en calidad de dama de compañía desde 1991 hasta su muerte en 2002. De hecho, Margaret Rhodes fue de las pocas personas ajenas al personal médico y a la familia más cercana que estuvo en la habitación de la Reina Madre, su tía, el día que murió.

Como muestra del gran cariño que profesaba por ella, en 1981 la Reina Isabel le ofreció a su prima una vivienda en los extensos terrenos que rodean el Castillo de Windsor para poder tenerla más cerca y allí residiría hasta su fallecimiento. Prácticamente todos los domingos, después de ir a misa, la soberana británica acudía a visitarla para tomarse una copa juntas y ponerse al día de los cotilleos y novedades familiares. Esa era su particular concepción de un "plan de chicas".

La propia Margaret Rhodes escribió en 2011 sus memorias - 'The Final Curtsy' - y, entre otras muchas anécdotas, reveló que no hay nada que a la Reina le guste más que los picnics en el campo rodeada de sus perros y de la familia, con el plato sobre sus piernas y en un ambiente ajeno al protocolo. Una escena cuanto menos curiosa y que solo se da cuando la monarca británica se encuentra en la confianza que le brinda su círculo más íntimo. Su prima era posiblemente una de las personas más queridas dentro de ese círculo.

El actual cabeza de familia y sus polémicas

La maldición que la leyenda cuenta que pesa sobre el Castillo de Glamis no solo afectó a las malogradas Katherine y Nerissa, sino que se cebó especialmente con la rama masculina de los Bowes-Lyon. Y es que llama la atención que pese a la longevidad de la Reina Madre (101 años), solo uno de sus seis hermanos varones superó los 60 años. Se trataba de Lord Patrick Bowes-Lyon, que falleció en 1949 a los 64 años. Los otros cinco no tuvieron tanta suerte: John Bowes-Lyon murió a los 43 años por una neumonía, Alexander Bowes-Lyon a los 24 debido a un tumor cerebral y Fergus Bowes-Lyon a los 26 mientras combatía en la Primera Guerra Mundial. Los dos hermanos más jóvenes, Michael y David, murieron ambos con 59 años.

Esta serie de muertes imprevistas en la rama masculina tuvo su repercusión a la hora de heredar el Condado de Strathmore y Kinghorne, que fue pasando de unos a otros hasta que en 1972 finalmente recayó en Fergus Michael Bowes-Lyon (hermano de Lady Mary Colman). Desde entonces han sido sus descendientes los que han ido heredando el título, que actualmente ostenta su nieto: Simon Bowes-Lyon.

Este joven de 34 años - sobrino nieto en segundo grado de la Reina Isabel - tiene sobre sí la responsabilidad de administrar el patrimonio familiar y teóricamente también debería velar por preservar el buen nombre de los Bowes-Lyon. Aunque si uno observa su reputación entre la opinión pública y su expediente policial, resulta difícil hallar algo de nobleza en él más allá de su apellido y su vínculo con la Familia Real Británica.

Tiene fama de playboy y su círculo de amistades, tan diferente al de su familia, está compuesto sobre todo por personajes recurrentes en reality shows británicos. Pero lo peor de todo es el historial de delitos que acumula: desde la la retirada de su permiso de conducción en 2010 por una infracción de velocidad hasta la multa que le impuso la policía de Durham en junio de 2020 por incumplir las restricciones derivadas del COVID-19.

Nada de esto es comparable a la denuncia por presunta violación sexual que una joven de 26 años interpuso contra él el 12 de enero de 2020. La presunta víctima se encontraba alojada junto a otros invitados en el Castillo de Glamis y tras la cena con la que Simon Bowes-Lyon los agasajó, ella decidió retirarse a su habitación mientras él y el resto de invitados continuaron la velada. En torno a la 1:20 de la madrugada, el aristócrata irrumpió en su habitación con la intención de mantener relaciones sexuales con la joven. Fueron 20 minutos de forcejeos hasta que finalmente consiguió expulsarlo de la habitación.

La historia recuerda a los polémicos episodios protagonizados por el anterior Conde de de Strathmore y Kinghore, Michael Fergus Bowes-Lyon; conocido por su alcoholismo y que en 2004 se vio envuelto en un escándalo de prostitución. Según se publicó, utilizaba sus vínculos con la Familia Real para ligar y encandilar a las mujeres.

Su hijo Simon, tras la denuncia por presunta violación sexual, ha pedido perdón reconociendo el problema de alcoholismo heredado de su padre: "Estoy muy avergonzado de mis acciones y del daño que hayan podido causar. Claramente, había bebido en exceso la noche del accidente. Como alguien que es muy consciente del daño que puede causar el alcohol, debería haberlo sabido mejor. Reconozco, en cualquier caso, que el alcohol no es excusa para mi comportamiento. No pensé que fuera capaz de comportarme como lo hice, pero tuve que enfrentarlo y asumir la responsabilidad ''.

El Palacio de Buckingham, como viene siendo habitual, no ha querido pronunciarse sobre estos "asuntos exclusivos de la familia Bowes-Lyon". Su estrategia sigue siendo la de mostrar apoyo cuando la familia se lo merece y mostrar indiferencia ante cualquier tragedia o escándalo. Al fin y al cabo, la propia Reina Isabel ha hecho de la impasibilidad su seña de identidad. ¿Qué piensa de la historia de Katherine y Nerissa? ¿Se cree las leyendas negras que corren sobre el Castillo de Glamis? ¿Habrá condenado en privado las actuaciones inmorales de algunos de sus parientes? Parece que nunca lo sabremos.

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