LOS HANNOVER

Carolina de Mónaco entra en la guerra entre Ernesto de Hannover y su hijo Ernesto Augusto de Hannover

Carolina de Mónaco ha hecho valer sus derechos como Princesa de Hannover para intentar poner paz en la dinastía y proteger los derechos de su hija, la Princesa Alexandra de Hannover.

G. Álvarez 20 Octubre 2019 en Bekia

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Carolina de Mónaco también es Princesa de Hannover, algo que le gusta y a lo que no quiere renunciar pese a que su matrimonio con el hombre por el que ostenta tal honor, Ernesto de Hannover, hace mucho que hizo aguas. Ha logrado moverse como pez en el agua entre la alta aristocracia y los antiguos príncipes alemanes, y ha logrado ser una figura respetada entre ellos.

Ha tardado en entrar en la guerra de los Hannover, pero finalmente lo ha hecho cuando ha visto que no quedaba más remedio que hacer algo entre su todavía marido y su hijastro. Así, como desvela Bunte, se ha posicionado del lado del primogénito de Ernesto de Hannover, el Príncipe Ernesto Augusto, en su disputa con su padre.

El Príncipe de Hannover prepara una demanda contra su hijo mayor, Ernesto Augusto, para recuperar todo lo que le donó en 2004. En esa guerra no tendrá el apoyo de Carolina de Mónaco, que después de habérselo pensado mucho ha entrado en la contienda para posicionarse del lado de su hijastro y medio hermano de su cuarta hija, la Princesa Alexandra de Hannover.

El motivo principal no solo sería poner paz de una vez por todas en la dinastía germana o hacer entrar en razón al que fuera su esposo, sino también los intereses de su hija Alexandra de Hannover. Tanto litigio no solo destruye más a la familia de su hija, sino que pone en peligro la herencia que pueda recibir. Todo ello ha llevado a la Princesa de Hannover a aliarse contra el legítimo Príncipe de Hannover.

La guerra de los Hannover

Los Hannover son la dinastía alemana más antigua e importante. Reinaron en Reino Unido cuando no hubo sucesión de los Estuardo protestantes y se buscó la rama con más derecho, llegando hasta ellos. Han reinado en Hannover, y aunque eso ya es cosa del pasado, siguen teniendo propiedades e influencia.

¿Hay paz entre ellos? La respuesta es un rotundo no. Todo viene de cuando Ernesto de Hannover, cabeza de la dinastía, legó los bienes de los Hannover a su heredero en 2004. Lo hizo pensando en el bien de la Familia Principesca y en el suyo propio, algo de lo que hace tiempo que se arrepintió.

Después de lanzar enormes críticas contra su hijo Ernesto Augusto, contra su nuera, Ekaterina Malysheva, a la que acusa de querer que su familia rusa se quede con todo, y de no reconocer como heredero de la Casa Guelfa al hijo de ambos, el Príncipe Augusto, lo peor aconteció cuando se enteró de que Ernesto Augusto quería vender por 1 euro la joya familiar, el Castillo de Marienburg, al Estado de Baja Sajonia.

El Príncipe Ernesto estalló como nunca hasta tomar la decisión de demandar a su propio hijo. Ha calificado la venta de indigna e ilegal y ha llamado ingrato a su heredero. Por su parte, él se ha defendido asegurando que esta compraventa simbólica es necesaria para que Marienburg no se venga abajo y para preservar así el legado de los Hannover. Ernesto Augusto ha confesado que no podía hacerse cargo de los gastos, y a pesar de haber realizado una subasta en 2005 por la que obtuvo 44 millones de euros, tuvo que acometer obras y pagar las deudas que había dejado su padre. Abrió Marienburg al público, pero no fue posible para seguir manteniendo el recinto palaciego y sacarle rentabilidad.

La venta está paralizada hasta que los Hannover solucionen sus problemas, algo que después de la demanda es todavía más complicado. Al menos el hijo tiene de su lado a una poderosa aliada y una temible enemiga: Carolina de Mónaco, Princesa de Hannover.

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