Este 22 de julio, George Alexander Louis, segundo en la línea de sucesión al trono británico, ha cumplido 12 años. Y lo ha hecho con un retrato que rompe moldes : por primera vez, no ha sido su madre quien ha capturado la imagen, sino el fotógrafo Josh Shinner, en una sesión realizada en los alrededores de Anmer Hall, la residencia de campo de los Gales en Norfolk.
En la imagen, George aparece con un look muy british, chaleco sin mangas, camisa de cuadros y una pulsera de hilo blanco y azul, que recuerda al estilo de su padre, el Príncipe Guillermo. Su sonrisa relajada y el entorno rural refuerzan la idea de una adolescencia que comienza lejos del foco mediático, pero con una carga simbólica cada vez más evidente.
El gesto de delegar la fotografía en un profesional no es casual. Desde hace años, Kate Middleton ha sido la encargada de retratar a sus hijos en momentos clave, especialmente en sus cumpleaños. Esta vez, sin embargo, los Gales han optado por ceder el objetivo, consolidando un cambio que ya se insinuó en abril con el retrato del Príncipe Louis. Además, el mensaje que acompaña la imagen es escueto y sin firma: "Feliz 12º cumpleaños al Príncipe George", sin dedicatorias personales ni guiños emocionales.
El retrato llega en plena etapa de transformación para George, que se despide de la infancia y se prepara para asumir nuevas responsabilidades. A partir de ahora, según el protocolo real, ya no podrá viajar en el mismo avión que su padre sin autorización expresa del Rey Carlos III. Además, se espera que el próximo curso escolar abandone el Lambrook School para iniciar una nueva etapa educativa, posiblemente en el elitista Eton College, siguiendo los pasos de su padre.
La publicación coincide con las vacaciones familiares, que según medios griegos podrían estar transcurriendo en Grecia. Un detalle que refuerza la idea de que los Príncipes de Gales siguen apostando por una vida privada y controlada para sus hijos, incluso en momentos de exposición pública.
Un heredero que crece entre tradición y modernidad
Con este retrato, los Príncipes de Gales no solo celebran el cumpleaños de su hijo mayor, sino que también envían un mensaje claro: George ya no es un niño, pero tampoco un adulto. Es un adolescente que empieza a ocupar su lugar en la historia, con una imagen cuidada, simbólica y cargada de intención. Una nueva era comienza, y los Príncipes de Gales han decidido marcarla a su manera.