Juan Carlos de Borbón ha protagonizado un nuevo escándalo al haber saludado a quien ha sido señalado por la CIA como autor intelectual del asesinato de Khashoggi.
No importa el trabajo bien hecho en otros ámbitos, no importa lo que se haya conseguido en el pasado, no importa nada si no se tiene cuidado con lo que se hace en el presente. La imagen del Rey Juan Carlos ya está suficientemente deteriorada como para que siga haciendo méritos para ser apartado para siempre de la agenda oficial y se instale en el ostracismo.
¿Su última torpeza? Saludar al Príncipe Heredero de Arabía Saudí, Mohamed bin Salman, cuestionado internacionalmente por estar presuntamente detrás del asesinato de Khashoggi el pasado 2 de octubre en el consulado saudí de Estambul. La CIA concluyó en un informe que fue el futuro Rey quien ordenó el asesinato del opositor, por lo que la imagen de Juan Carlos de Borbón con el saudí es desafortunada.El Rey Emérito se desplazó a Yas Marina de Abu Dabi para animar a Fernando Alonso en su despedida de la Fórmula 1. Ya causó cierta polémica que lo hiciera acompañado de la Infanta Cristina, que una vez absuelta y con Urdangarin en la cárcel, busca ser rehabilitada con pequeños gestos. De todos modos, la presencia de Cristina de Borbón puede ser algo molesta, pero nada que ver con la imagen del que ha sido Rey de España con el cuestionado y criticado Bin Salman.
¿Podía haber evitado la foto? Si no hubiera ido al palco de autoridades del circuito Yas Marina de Abu Dabi probablemente no se hubiera tenido que ver en público, y menos se hubieran tomado instantáneas que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí ha difundido con orgullo, para incomodidad del Gobierno de España y vergüenza de La Zarzuela. Daño a la Corona
Si ya produce malestar el contacto entre España y Arabia Saudí, esta imagen no hace más que hacer daño, sobre todo a la Corona, que vive tiempos convulsos y está siendo cuestionada. La Institución y sus miembros tienen que ser ejemplares, y una vez más, Juan Carlos de Borbón no lo es. Una vez más, el Rey Emérito pone en apuros a Felipe VI, que ve cómo sus esfuerzos por recuperar el prestigio de la Corona caen en saco roto por culpa de su padre.