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IN MEMORIAM

Enrique de Dinamarca, el Príncipe que no supo (ni quiso) ocupar el lugar que le correspondía

Enrique de Dinamarca, el Príncipe que no supo (ni quiso) ocupar el lugar que le correspondía
Juan Salgado
Publicado el Miércoles 13 febrero 2019 09:00 Última actualización: Domingo 17 febrero 2019 18:51
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El Conde de Monpezat nunca aceptó el puesto secundario que le correspondía como consorte de la Reina Margarita II y no dudó en demostrarlo con continuos desplantes y salidas de tono.

En la Catedral de Roskilde (Copenhague) se encuentra desde finales de abril de 2018 un curioso sarcófago de más de tres metros de largo y siete toneladas de peso con un único objetivo: albergar los restos mortales de la Reina Margarita II de Dinamarca cuando fallezca. Ajena a cualquier superstición, ella misma participó en el diseño de esta obra compuesta por dos urnas de cristal, originalmente pensadas para ella y su marido. Sin embargo, deberá afrontar sola el descanso eterno puesto que su marido eligió otro camino distinto hacia el más allá.

El Príncipe Enrique de Dinamarca falleció el 13 de febrero de 2018, dos meses antes de que culminase el proyecto sepulcral de su esposa y habiendo dejado expresado de manera clara y nítida su rechazo a ser enterrado en el mismo templo que su esposa: " Si la Reina quiere que me entierren junto a ella, que me haga Rey consorte. Y punto ". Algo que no ocurrió y que supuso una última reivindicación por parte del consorte más polémico de la realeza europea (con permiso del Duque de Edimburgo), sumándose así a los continuos desplantes producidos durante sus 50 años de matrimonio con la Reina de Dinamarca.

Tumba de la Reina Margarita de Dinamarca en la Catedral de Roskilde | Keld NavntoftTumba de la Reina Margarita de Dinamarca en la Catedral de Roskilde | Keld Navntoft

La lucha por un puesto anhelado para el que no estaba preparado

La por entonces Princesa Heredera y el joven diplomático francés Enrique de Laborde se conocieron a mediados de los años 60 en Londres - donde ella estudiaba Económicas y él trabajaba como secretario en la Embajada Francesa - y el flechazo fue instantáneo. Ella misma lo describiría más adelante con estas palabras: " Cuando le vi por primera vez, sentí que el cielo explotaba ".

Tras un discreto noviazgo decidieron casarse y cuando el Primer Ministro dio la noticia al pueblo danés en 1966, ni él ni nadie era consciente de la relevancia que sus palabras tendrían en un futuro: " Tengo la certeza de que Enrique de Monpezat sabrá secundar dignamente a la Princesa en cada una de sus funciones oficiales ". En pocos años - y a lo largo de las siguientes décadas - el yerno del Rey Federico IX se convirtió en el mejor ejemplo de todo lo contrario a la dignidad requerida en su cargo.

La Reina Margarita de Dinamarca y el Príncipe EnriqueLa Reina Margarita de Dinamarca y el Príncipe Enrique

En primer lugar, no mostró el más mínimo interés por adaptarse a su país de acogida: si bien cambió su nombre original por el mucho más nórdico Henrik, no se molestó en dominar ni el idioma ni las costumbres propias de los daneses. Algo que él mismo reconocería: " Mi danés era flojo. Prefería el vino a la cerveza, los calcetines de seda a los de lana, los Citröen a los Volvo y el tenis al fútbol. Era diferente ".

Pero lo peor vendría tras la subida al trono de su esposa en 1972: ella pasó de Princesa a Reina, mientras que él conservó el título de Príncipe (ni siquiera Príncipe Consorte). No se trató de discriminarle, sino de cumplir la tradición dentro de la Monarquía Danesa, si bien es cierto que podría haberse cambiado para adaptarla a los tiempos. Sin embargo, él nunca aceptaría este puesto secundario al que le relegaba el protocolo: "Soy hombre, estoy casado con una Reina y espero que los varones alcancen la igualdad con la mujer. Hoy a la mujer de un Rey se le da el título de Reina, pero el marido de una Reina no se convierte en Rey al casarse. En estas condiciones la relación de pareja queda desequilibrada, no en privado, pero sí a los ojos de la opinión pública. Es algo traumático".

Foto oficial de la Familia Real DanesaFoto oficial de la Familia Real Danesa

Su obsesión por escalar puestos en lo que a tratamiento protocolario se refiere llegó al extremo de enemistarse hasta con su propio hijo, el Príncipe Heredero Federico de Dinamarca, por considerar que ocupaba el segundo puesto que a él le correspondía. Algo prácticamente inaudito y que supuso un continuo quebradero de cabeza para la Reina Margarita, quien a pesar de todo le apoyó siempre (aunque su única concesión en este sentido fuese otorgarle el título de Príncipe Consorte y Conde de Monpezat ) por una simple razón: lo amaba.

Con el paso de los años, a su queja por el tratamiento protocolario - según él - inadecuado que recibía se le uniría un incesante alarde de una forma de ser extravagante y muy alejada de lo que se esperaba de alguien de su estatus : reconoció públicamente comer carne de perro, trataba con continuos desprecios a la prensa, utilizó los servicios de prostitutas... Algo a lo que habría que sumar sus continuas salidas de tono, con frases tan inapropiadas como aquella en la que afirmaba: " Los niños son como los perros o los caballos. Deben ser domesticados con el fin de tener una buena relación con ellos. Yo mismo he recibido alguna bofetada de vez en cuando y no sufrí daño alguno".

Enrique de Dinamarca con una cabareteraEnrique de Dinamarca con una cabaretera

Sus últimos años: retirada, demencia y muerte

En 2016 la Reina Margarita hizo un sorprendente anuncio en su discurso de Año Nuevo: su marido se retiraba de la vida pública y renunciaba al título de Príncipe Consorte. Sin duda apenada, se mostró aún así "agradecida por todo el apoyo, la ayuda y la inspiración" recibida por el Príncipe Enrique hasta entonces. La noticia fue celebrada por todos aquellos que - tanto en la Corte como entre el pueblo - estaban hartos de él y sobre todo de su actitud.

Todos creyeron entonces que ese sería el fin de años de escándalos, pero Enrique de Monpezat todavía tenía algo más que decir. Unas declaraciones polémicas como nunca antes y en las que por primera vez atacaba a su esposa. Fue en el verano de 2017, cuando sin ningún tipo de reparo se atrevió a declarar en una entrevista: " La Reina no me respeta. Me convierte en un bufón. No me casé con ella para que me entierren en Roskilde. Como persona debe saber que, si un hombre y una mujer están casados, deben ser iguales. Si quiere que me entierren con ella, que me haga Rey consorte. Y punto".

Enrique de DinamarcaEnrique de Dinamarca

La oficina de prensa del Palacio Real, acostumbrada a lidiar con este tipo de exabruptos, se vio obligada a hacer oficial poco después que el Príncipe Enrique padecía demencia y con ello intentaron justificar las " alteraciones en su comportamiento, en sus reacciones, juicio y vida emocional ". A partir de entonces ni las capacidades psíquicas ni físicas del marido de la Reina permitirían tener en consideración su conducta hasta entonces injustificable.

Durante los años siguientes la salud del Príncipe Enrique se vio notablemente resentida: en el verano de 2017 fue operado de la ingle derecha y se le realizó una angioplastia, lo cual le obligó a depender de asistencia médica permanentemente. Al final, una neumonía sufrida a principios de 2018 acabaría por arrebatarle la poca vitalidad que su avejentado corazón bombeaba. Murió el 13 de febrero de 2018 a los 83 años en el Palacio de Fredensborg tras ser trasladado allí en estado terminal desde el hospital Rigshospitalet de Copenhague.

La Familia Real Danesa ante el cuerpo de Enrique de Dinamarca en su funeralLa Familia Real Danesa ante el cuerpo de Enrique de Dinamarca en su funeral

Conforme a sus deseos no recibió un funeral de Estado, sino que fue despedido en un servicio religioso privado (aunque retransmitido por televisión) en la Iglesia de Christianborg. Allí se pudo ver a la Reina Margarita totalmente abatida y sin consuelo alguno: le tocaba despedir no solo a su marido, sino al hombre que la acompañó durante más de medio siglo y que, a pesar de todos los problemas, nunca había dejado de amarla. ¿Sintió algún tipo de remordimiento por los deseos incumplidos de su esposo? Nunca lo sabremos, pero al menos ella sí puede tener la conciencia tranquila tras haber cumplido lo que se esperaba de su cargo.

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