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Magdalena de Suecia responde a las críticas y explica por qué le han permitido lanzar su propio negocio
No hay boda real sin beso. A excepción de los Príncipes Felipe y Letizia, que fueron cautos y tímidos y tan solo se besaron en la mejilla, los restantes Príncipes y Princesas que han contraído matrimonio se han dado tiernos besos en los labios una vez que se han convertido en marido y mujer, y la Princesa Magdalena de Suecia y Chris O'Neill no han sido una excepción.
45 minutos después de que la hija de los Reyes hiciera su entrada en la Capilla del Palacio Real de Estocolmo, los ya marido y mujer salieron del templo cogidos de la mano y radiantes de felicidad. Magdalena y Chris bajaron las escaleras que llevan a una puerta del Palacio Real de Estocolmo, donde les esperaba una muchedumbre ávida de ver a los recién casados.
La Princesa y el financiero no decepcionaron, y mientras se lanzaban 21 salvas en su honor desde Skeppsholmen y el pueblo aplaudía a los novios, Magdalena y Chris, subidos a una tarima colocada para la ocasión y ornamentada con flores, se dieron un beso.
El espontáneo gesto de Chris O'Neill
El ósculo fue romántico y largo, pero no fue el único, pues posteriormente se dieron otros más cortos, aunque no menos hermosos, que fueron combinando con sonrisas y saludos enviados a los que se agolparon para ver a la menor de las princesas suecas.
Uno de los momentos más curiosos fue protagonizado por Christopher O'Neill, que contento y emocionado por haber cumplido el sueño de casarse con su Princesa, cerró el puño en señal de victoria y alegría tras darse un nuevo beso con su esposa, y de paso mostró su anillo de casado.
Poco después, Magdalena de Suecia y Chris O'Neill se retiraron para seguir con el programa nupcial marcado, que tras el enlace partieron en un coche de caballos desde el Palacio Real, escoltados por soldados suecos y han pasado por las calles lottsbacken, Skeppsbron, Strömbron, Strömgatan, Norrbro, Slottskajen, Myntgatan y Wrangelska backen; el destino era la plaza Evert Taubes terrass, en la isla de Riddarholmen, donde tomaron una barcaza que les llevará al Palacio de Drottningholm, donde se celebra el banquete nupcial que corona la boda real.



