Tras estrenarse con Bertín Osborne como invitado, Kiko Rivera ha recibido a Jorge Javier Vázquez en su programa 'En casa con Kiko'. Por supuesto, entre los temas que han tratado, ha sido inevitable hablar del conflicto que el Dj mantiene con su madre Isabel Pantoja.
Rivera ha confesado una vez más lo mal que lo está pasando por la nula relación que mantiene con su madre desde hace meses, algo que le duele muchísimo, pero también considera que está dando los pasos que debe dar para conocer todos los detalles de la herencia de su padre Paquirri.
Kiko Rivera e Isabel Pantoja, emocionados a su vuelta de 'Supervivientes 2019'" Ni en mis peores pesadillas me podía imaginar esto ", decía asegurando que ahora mismo está tan dolido que solo ve el lado negativo de las cosas y eso le impide ponerse en contacto con la tonadillera: "Me gustaría, pero hay tantas movidas internas que me están haciendo tanto daño, tantos papeles... con lo fácil que es la vida. Tengo en la cabeza lo negativo. Me da pena porque mi madre está sola ".
Kiko Rivera: "Me da pena porque mi madre está sola"
Asimismo también ha dejado muy claro que seguirá dando pasos porque considera que le ha dado a Isabel Pantoja margen de sobra para actuar y detener el conflicto por otras vías: " Le he dado el tiempo a mamá para que me llame o que llame a los abogados y que frene esta mierda. Porque para mí esto es una mierda", ha asegurado revelando que siempre se ha considerado el punto de unión de la familia pero que, al conocer a la familia de Irene Rosales, se dio cuenta de que "el concepto de familia que tengo no es el mejor".
Kiko Rivera junto a su hija Ana por las calles de SevillaPero el momento más duro de la conversación llegó cuando Kiko Rivera desveló lo que le había pasado con su hija Ana hace unos días. La pequeña, de cinco años, vio en Youtube un vídeo de Isabel Pantoja y decidió preguntarle a su padre por qué no la llamaba: " Mi hija me dijo 'papá, ¿por qué no llamas a la abuela?'. No supe qué decir. ¿Qué le digo? ¿Qué le dices a una niña de cinco años?", se preguntaba.
Su salida más rápida fue avisar a su mujer Irene Rosales y pedirle que llamase a la tonadillera para que la pequeña pudiera hablar con ella. "No puede decirle nada", asegura confesando que no pudo reprimir las lágrimas ante la situación: " Hizo que se me cayeran las lágrimas ".
