"Mi padre y yo no hablábamos", dijo directamente. "No hubo nunca un 'te quiero'", expresó con tristeza mirando a su amigo. "Yo sé que me ha querido, pero me he enterado en el bar", relató a Risto Mejide, que no vaticinaba la historia que se venía a continuación. "Yo siempre iba a buscar a mi padre al bar, que estaba jugando, y mi madre me manda a buscarle", y prosiguió: "Era un hombre complicado porque seguramente no ha recibido cariño".
Trataba él mismo de buscarle sentido a la relación con su padre, mientras decía: "El ruido de las llaves lo recuerdo, pero no por el ruido, sino por el silencio que provocaba. Venía como venía, y yo me iba a mi habitación a escribir". No obstante, los últimos años de su vida, marcados por el Alzheimer, el periodista recuerda cómo ambos quedaron en paz después de su tormentosa relación: "No era capaz ni de subir los escalones, y yo le dije: 'Joder, papá, con la mala hostia que has tenido siempre ¡Sube!' y él se giró y me dijo: 'Hijo, perdona'. Fue por toda la vida".
Una soledad impuesta
El periodista ha dejado Madrid y muchas de sus ocupaciones con el fin de cuidar de esta mientras supera un tumor: "He sido su cuidador desde niño, cuando lo que tienes que hacer es irte a la calle y llenarte de barro". A pesar de su estrecha relación, señaló que su vínculo con ella le "ha matado la infancia": "Una vez viniendo con el coche a Buñol fue un estallido. Mi madre dijo: "Me tiro. Yo le dije: 'Si te tiras tú, me tiro yo'".