CASI TENÍA VIDA

Le extirpan a una joven un quiste ovárico con pelos y dientes

La joven acudió al médico después de 17 años sufriendo unos dolores insoportables en los primeros días de la menstruación.

Brais Besteiro 27 Mayo 2018 en Bekia

Algo tan común como los dolores de la menstruación fue lo que llevo a Calle Hack, una joven escritora afincada en Chicago, a tener sospechas de que algo no estaba yendo tan bien como debía en su cuerpo. Así cuenta ella misma este estremecedor y angustioso suceso para la revista Women's Health.

"Mis reglas llegaban como una bola de demolición cada mes desde que cumplí los 15 años", asegura: "Dolores convulsiones, desvanecimientos e inflamación intensa eran lo típico de mis primeros días de ciclo. Las cosas empeoraron a los veintitantos. Cada 60 días más o menos tenía que pedir la baja", unos síntomas demasiado extremos para este tipo de dolencias. La joven acudió a varios médicos, quienes no dieron mayor importancia a lo que ocurría.

No fue hasta que le atendió la ginecóloga Megan Sheldon, la quinta en ver su caso, que definió como "extremos" los síntomas que describía la paciente. Para investigar que estaba ocurriendo decidió realizarle un escáner de ultrasonidos del cual obtuvo los resultados una semana después: un gran quiste en el ovario derecho. Pero lo que luego se descubrió no era tan agradable como esto. Este tipo de quistes son un especie de tumor benigno muy frecuentes y que se aparecen cuando se activan unas célula embrionarias que estaban sin desarrollar dando lugar a un crecimiento anómalo de tejidos. En el caso de la protagonista, con pelos y dientes. Se han dado también otros en los que desarrollan piel y huesos.

"Mi pequeño monstruo"

"Esta monada tiene el tamaño de una naranja de Florida", le dijo la doctora a la de Chicago: "Mi pequeño monstruo", prefirió llamarle ella. Después del susto, Hark puede sentirse afortunada por haberlo descubierto a tiempo ya que este tipo de quistes pueden acabar convirtiéndose en cancerígenos o bien, aun siendo benignos, pueden alcanzar tal tamaño que obstruyen el riego de oxígeno al ovario y lo matan.

Después de cumplir cuatro meses desde que se sometió a la intervención quirúrgica, la joven asegura que ha notado grandes cambios en su bienestar físico. Más allá de los mencionados dolores menstruales, también le desapareció un dolor de espalda crónico y la incapacidad de dormir de lado. Lo que la motivó a compartir su historia de esta forma es la desinformación que hay aún hoy en día para las más jóvenes a la hora de conocer su propio cuerpo y algo tan importante como la menstruación, haciendo creer desde pequeñas que los dolores y el malestar es algo normal o incluso emocional y mental.