LA MADRE DE LA NOVIA

De la soledad de Meghan Markle camino al altar a las lágrimas de emoción de Doria Ragland en la boda real

Aunque el Príncipe de Gales acompañó al altar a Meghan Markle, realizó casi todo el camino sola. Mientras, Doria Ragland fue la que más se emocionó.

Guillermo Álvarez 19 Mayo 2018 en Bekia

Galería: Boda del Príncipe Harry y Meghan Markle

Fue todo un disgusto para Meghan Markle saber que su padre había pactado con un paparazzi hacerse unas fotos en las que se le veía tomándose medidas para un traje, viendo fotos del Príncipe Harry y Meghan Markle en el ordenador de un cibercafé o leyendo un libro sobre Reino Unido. Según Samantha Grant, la idea fue suya, ya para rizar al rizo.

Peor fue cuando Thomas Markle sufrió un infarto y fue ingresado en el hospital, donde tuvo que ser operado. Él iba a ser el que llevara a la Duquesa de Sussex al altar, pero no pudo ser. Tanto se especuló que al final Meghan Markle envió un comunicado para informar de que su padre no iría a la boda y que lo importante es que recobrara la salud. Un día antes de la boda, otro comunicado añadió que el Príncipe Carlos acompañaría a su nuera al altar.

Y llegó el gran día. Antes de que el reloj marcara las 12:00 horas en Reino Unido, Doria Ragland se bajó del coche en el que había viajado con su hija desde Cliveden House para tomar asiento en la Capilla de St George y esperar así a Meghan Markle desde uno de los lugares de honor.

Meghan Markle salió entonces del Rolls Royce sola, radiante con un vestido de novia sencillo pero acertado de Clare Waite Keller para Givenchy, con velo de tul con encaje de 53 flores por los 53 países que forman la Commonwealth. Ornamentó su cabeza con la Queen Mary's Fringe Tiara.

Sonreía, estaba guapa y feliz, pero dio cierta pena verla sola ante la escalinata. No necesita a su padre, no necesita a un hombre, pero sí que es cierto que se hizo raro verla desfilar sola hasta que en el arco del acceso al coro la espero su suegro, el Príncipe de Gales, que caminó con ella hacia al altar. Allí le esperaba el Príncipe Harry, que retiró el velo de su rostro. Empezaron así los gestos de amor y complicidad entre los Duques de Sussex que tanta emoción han provocado.

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Y emoción es precisamente lo que vivió Doria Ragland. La única representante de la familia de la novia lució un bonito vestido de Oscar de la Renta, lució también piercing, y de paso lució unos ojos vidriosos de los que terminaron brotando algunas lágrimas al ver un momento tan importante.

En una boda en la que hubo muchas risas y resultó un tanto atípica, la única que se emocionó, o a menos que lo mostró, fue la madre de la novia. Mientras, la Reina Isabel se mantuvo impertérrita durante la ceremonia. Tanto Doria Ragland como el Príncipe Carlos fueron a firmar junto a los novios antes del final del enlace, momento en el que se vio un gesto de cariño entre los dos consuegros al tomarse la mano. A la salida, la estadounidense salió junto al Príncipe de Gales y la Duquesa de Cornuales.

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