Según ha podido saber la revista Hola, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin han firmado el divorcio de mutuo acuerdo en Barcelona, donde acudieron a un notario y cumplieron con todos los requisitos exigidos por el Código Civil. El matrimonio estuvo a punto de disolverse pocos meses después de que Irene Urdangarin cumpliera los 18 años, pues ya no habría que acudir al juzgado ni tendrían problemas de tipo convenio con su hija, pero hubo algunos flecos que volvieron a retrasar la firma.
El acuerdo definitivo se produjo en diciembre del año 2023 y, según el citado medio, pusieron fin a su matrimonio a finales de dicho año o a principios de 2024. Se ha tratado de un divorcio notarial, la vía más rápida para poner fin a un matrimonio, y se ha realizado en el más absoluto secreto. En dicha firma presentaron el convenio regulador y toda la documentación requerida.
Tanto la Infanta Cristina como Iñaki Urdangarin tuvieron que estar presentes en la firma del divorcio, donde acudieron con su abogado de familia y el citado medio asegura que los que no estuvieron fueron sus hijos, quienes sí tuvieron que prestar consentimiento en las medidas tomadas pero, al no estar exigida por ley su presencia, estuvieron representados por un apoderado.
Nueva vida con Ainhoa Armentia
Si bien es cierto que la relación de Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia ya viene de lejos, no quita que el hecho de que el deportista ya sea una persona divorciada ponga las cosas más fáciles. Hola ha confirmado que la pareja ha decidido mudarse al mismo domicilio y, concretamente, a la urbanización en la que reside su madre, Claire Liebaert, una de las mejores zonas de Vitoria. Allí vivirán a varios portales de distancia pero estarán muy cerca, algo indispensable para Urdangarin, que no quería irse lejos de su madre, de 89 años.
A la pareja se les ha podido ver haciendo la mudanza, así como acudiendo al supermercado para hacer la compra de lo que necesitan para su nuevo hogar. Además, son buenos tiempos para Urdangarin, quien también ha sido visto saliendo a tomar algo en una terraza de Vitoria con Ainhoa Armentia y demás amigos para celebrar que tiene un nuevo trabajo, mientras que ella continúa en una pequeña constructora de la capital alavesa que es propiedad de un amigo de la infancia de Urdangarin. Parece que todo mejora en sus vidas.