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Isabel Preysler ha decidido cerrar su autobiografía con un gesto tan íntimo como contundente: publicar ocho cartas de amor escritas por Mario Vargas Llosa, todas firmadas por él, y una última escrita por ella, que marca el punto final de su relación. Bajo el título 'Desmentidos y cartas de amor', el capítulo busca desmontar la visión que circuló tras la ruptura, según las cuales el Nobel habría sido "profundamente desgraciado" durante la convivencia con la solicité. "Mario fue muy feliz", afirma Isabel, dejando que el lector saque sus propias conclusiones.
Las primeras cuatro cartas, fechadas entre marzo y mayo de 2015, relatan el entusiasmo de Mario al comenzar su relación con Isabel. En ellas se muestra ilusionado, temeroso de perderla y profundamente enamorado. " Nunca imaginé que me harías tanta falta ", escribe. También recuerda con emoción su primer beso en el ascensor de la casa de Elena Benarroch, al que llama "la noche maravillosa de la petera". La relación, aún secreta, se vivía con intensidad y asombro.
El estilo de Vargas Llosa se despliega con lirismo y sensualidad. Las cartas están llenas de imágenes poéticas: "Tus orejitas que parecen signos de interrogación", "tu cintura de avispa", "la suavidad sedosa de tu piel". En una de ellas, el escritor confiesa: " Me parece que hace siglos desde la última vez que te tuve desnuda en mis brazos, sintiendo latir tu corazón... Esta noche me reuniré contigo y te diré cosas hermosas y dulces al oído mientras te hago el amor ". añade, con ternura y deseo: " Te quiero mucho y hoy te beso, en cámara lenta, en tus orejitas, en tus hombros, en las manos y en los pies... ". Un lenguaje que revela la intensidad emocional y física del vínculo.
También hay espacio para la fantasía y el juego. Mario describe a Isabel como " reinita de los delfines ", habla de "la lucecita verde que asoma en el fondo de tus ojos", de "tu manera de caminar, tus pasos como de danza", y de su "linda silueta". Con humor y devoción, confiesa que espera convertirla, con tanto amor y tanto mimo, en "la mujer más intratable de toda la creación". Y cuando no están juntos, le escribe: " El mundo me parece vacío y sin vida cuando no estás conmigo ".
La cuarta carta, del 26 de mayo de 2015, marca un punto de inflexión. Mario se reúne con su familia en Nueva York y la relación deja de ser secreta. A partir de ese momento, el vínculo se consolida públicamente, aunque en privado sigue creciendo con intensidad. Isabel, según relató, diseñó cada detalle de la ceremonia de su vida en pareja, desde la convivencia hasta los viajes compartidos.
Las siguientes tres cartas están fechadas cada 18 de febrero, cumpleaños de Isabel, entre 2018 y 2021. En ellas, Mario reflexiona sobre el paso del tiempo y la felicidad compartida: " Nunca antes he escrito con tanto entusiasmo ", " Gracias a ti, he sido muy feliz, más que en el resto de la vida ". El Nobel habla de una "larga felicidad" que le gustaría inmortalizar, y de una experiencia que le devolvió el sentido de la vida.
Mario agradece a Isabel por facilitarle la vida y permitirle seguir escribiendo. Reconoce que se ha adaptado con facilidad a su entorno familiar y que ha encontrado en ella una fuente constante de inspiración y alegría. "Gracias amor mío por todo lo que me has dado y sé que me seguirás dando, esta alegría de vivir, de pequeñas felicidades en todo lo que hacemos y planeamos juntos"... "Gracias a ti, he sido muy feliz, más, creo, que en el resto de la vida", escribe en la séptima carta. También destaca su delicadeza, su cariño y su comprensión hacia su trabajo literario.
La carta de la ruptura
La octava y última carta seleccionada por Isabel está fechada el 18 de febrero de 2022, coincidiendo una vez más con su cumpleaños. En ella, Mario Vargas Llosa le habla de una novela que lleva tiempo escribiendo y que quiere dedicarle como testimonio de su amor. "Quiero ponerla a tus pies cuando la termine... Creo que será mi mejor libro y quiero dedicártelo con todo mi amor ", escribe. La carta está impregnada de ternura y de una conciencia del paso del tiempo: " Porque te quiero mucho y te querré siempre, hasta el último día. Ojalá estés conmigo en ese momento decisivo, en el que uno se despide de esta vida, rumbo a la otra (que no existe)". El Nobel confiesa sentirse debilitado: "Siento que las fuerzas me van abandonando poquito a poco pero espero que no se vayan del todo mientras escribo esta novela que te dedicaré como testimonio de la felicidad que me has dado en estos años, y que, espero, me darás todavía en los que espero vivir a tu lado y queriéndote cada día más ".
El sábado 10 de diciembre, Mario hizo llegar a Isabel las galeradas de esa novela, titulada provisionalmente '¿Un champancito, hermanito?', que luego cambiaría por 'Le dedico mi silencio'. Pero dos días después, el 12 de diciembre, Isabel recibió la ruptura. El regalo literario se convirtió en el telón de fondo de una despedida inesperada.
Ese mismo día, Isabel escribió su propia carta, dirigida a "querido Mario" y cerrada con un abrazo. En ella, rememora los años felices que compartieron, pero admite que la relación ya " no se parece en nada a la que teníamos al principio de los casi ocho años que llevamos juntos". Reconoce que han perdido la ilusión, la complicidad y la alegría y que, al no haber intereses comunes como hijos o matrimonio, lo más sensato es romper. Pero no se limita a una reflexión emocional: también expresa su desconcierto por una "ridícula escena de celos" ocurrida tras una fiesta, que considera fuera de lugar. " Porque a nuestra edad y en nuestro caso, las escenas de celos infundados están totalmente fuera de lugar y dan hasta vergüenza ", escribe con claridad.
La carta de Isabel no esquiva los reproches. Le hace saber que se enteró por el servicio doméstico de que Mario había regresado a su domicilio en la calle Flora, y que mandó a alguien a recoger su pasaporte y algo de ropa sin dar señales de vida. "Un comportamiento totalmente inaceptable", afirma. Y añade con contundencia: "Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado. Mi casa no es un hotel en el que las personas van y vienen sin tener en cuenta a los demás y yo no voy a soportar tus idas y venidas sin, por lo menos, una explicación". Le recuerda que ya hubo una primera vez, "también por otra escena de celos", en la que lo volvió a acoger cuando decidió regresar. Pero esta vez, sentencia: " Esta ha sido la segunda vez que lo has hecho pero no va a haber una tercera... Por favor, manda a alguien a recoger todas tus cosas ".
Tras Isabel, Mario vuelve a Patricia: el triángulo que marcó su final
Tras la ruptura con Isabel Preysler en diciembre de 2022, Mario Vargas Llosa volvió a acercarse a Patricia Llosa, su exesposa y madre de sus tres hijos, con quien había estado casado durante cinco décadas. Aunque en su momento Patricia declaró que no volvería con él, lo cierto es que en 2023 retomaron el contacto, compartieron viajes y momentos familiares, y se mostraron juntos en varios actos públicos. Esta reaparición generó especulaciones sobre una posible reconciliación, aunque nunca se confirmó oficialmente.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler en la cena por la Visita de Estado del Presidente de Perú, Martín VizcarraDesde el entorno de Vargas Llosa, sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana habrían sido clave en este giro. Según fuentes cercanas, miraban con recelo la relación con Isabel Preysler, especialmente por cuestiones patrimoniales, y habrían influido para evitar un posible matrimonio entre ambos. Tras la separación, fue Patricia quien lo acompañó en sus últimos meses de vida, hasta su fallecimiento en abril de 2025.



