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Diez días después de que Isabel Preysler presentara 'Mi verdadera historia', sus esperadas memorias, ha llegado la primera reacción significativa desde el entorno familiar de Mario Vargas Llosa. Álvaro, el hijo mayor del Nobel peruano, ha concedido una entrevista a El País en la que, sin mencionar directamente el libro, ofrece una visión íntima de los últimos meses de vida de su padre. La coincidencia no pasó desapercibida: mientras Preysler reunía a la prensa en el hotel Ritz, Álvaro inauguraba la VI Bienal Mario Vargas Llosa en Cáceres.
En su relato, Álvaro habla abiertamente de la enfermedad de su padre, del reencuentro familiar y de los gestos cotidianos que marcaron su despedida. " Siempre fuimos una familia, pero en ese tiempo nos convertimos en una tribu ", confiesa. El momento más conmovedor, reconoce, fue la reconciliación entre sus padres: " Fue lo más hermoso que ocurrió en la etapa final de su vida ". Para él, fue un acto de amor silencioso, limitado por el deterioro físico y mental del escritor, pero profundamente elocuente.
Mientras Isabel Preysler defiende la publicación de las cartas de amor como testimonio directo de su relación con Vargas Llosa, Álvaro reivindica otra narrativa: la de los paseos diarios con su padre, " una forma de ayudarle a morir feliz ", y la rutina compartida que se convirtió en el momento cumbre del día. También confirma que la última novela del Nobel, 'Le dedico mi silencio', fue escrita "en perfecto estado de memoria", aunque el ensayo que intentó iniciar sobre Sartre ya no pudo completarse.
La entrevista también deja espacio para una reflexión sobre el tratamiento mediático de la relación entre su padre e Isabel Preysler. Sin hacer alusiones directas, Álvaro reconoce su escaso aprecio hacia lo que denomina "prensa del corazón", aunque evita criticar abiertamente: " No quiero hablar mal de los colegas ", afirma, recordando que él también es periodista. Sus palabras destilan una mezcla de respeto, distancia y reivindicación de la intimidad.
Relatos cruzados
En este cruce de relatos, la figura de Mario Vargas Llosa emerge como el centro de dos memorias: la íntima y familiar, tejida por su hijo, y la sentimental y pública, narrada por Isabel Preysler. Dos versiones que conviven, aunque no se reconcilien, y que revelan desde ángulos distintos la vida de uno de los escritores más influyentes de nuestro tiempo.
	
					
					
					
					
					
					

		
		