El último enfrentamiento en directo que vivió Alejandra Rubio en el programa 'Vamos a ver' ha dejado huella. Durante una tertulia centrada en un vídeo donde aparecía junto a su pareja, Carlo Costanzia, celebrando el cumpleaños del hermano de este en prisión, la joven fue objeto de fuertes reproches. Sus compañeros, entre ellos Joaquín Prat, cuestionaron tanto el contenido del vídeo como su actitud ante las cámaras. El presentador incluso le recomendó "replantearse qué quiere hacer con su vida profesional".
Pocas horas después de esa emisión, Alejandra decidió tomar la palabra desde su cuenta de Instagram, donde compartió una reflexión sobre lo vivido. En el texto, confesó sentirse profundamente incomprendida, no solo por sus compañeros de plató, sino también por el público. Admitió que su actitud reservada puede dar lugar a malentendidos, pero explicó que detrás de ese carácter hay una necesidad de protegerse. "No soy altiva ni soberbia, simplemente intento guardar una parte de mí a salvo ", expresaba. Además, dejó claro que el vídeo que generó la polémica no fue publicado con intención de sacar beneficio, " No he ganado dinero con esto ni he buscado protagonismo, solo quise compartir una parte difícil que también forma parte de mi vida".
En su comunicado, Alejandra dejó entrever que más allá del personaje mediático hay una persona joven que aún está en proceso de aprendizaje. La hija de Terelu Campos explicó que la imagen pública que se tiene de ella no siempre se ajusta a la realidad y que, en lugar de comprensión, a menudo encuentra hostilidad. "No soy un robot, soy una persona", escribía. " En vez de una mano tendida, recibo un guantazo ", afirmo, dejando claro cómo percibe el trato que recibe dentro del mundo de la televisión.
Una petición de empatía
A través de sus palabras, quiso recordar que está aprendiendo a gestionar no solo su exposición mediática, sino también sus emociones. La influencer reconoció que no ha tenido un año fácil y que esto puede haber influido en su comportamiento, pero reiteró que está trabajando por mejorar. "Ojalá pudierais ver las cosas desde mi perspectiva ", dijo.

Este episodio no solo revela la fragilidad emocional de quienes trabajan frente a las cámaras, sino que también abre una reflexión sobre el trato que reciben los personajes públicos más jóvenes. Su respuesta, escrita desde la emoción y la vulnerabilidad, deja entrever una voluntad de crecer, de ser escuchada y de no tener que esconder su sensibilidad tras una máscara de frialdad.