Los hechos tuvieron lugar en febrero, en la residencia del Conde, el castillo de Glamis en Angus (Escocia). Allí, Simon Bowes-Lyon despertó a la víctima a base de golpes en la puerta y después de que ella la abriera, el conde la empujó hacia la cama y abusó de ella durante 20 minutos. En ese momento, él estaba muy borracho, pero reconoce que el estar ebrio no era excusa para lo que había hecho.
Por su parte, la mujer que no ha querido dar su nombre por razones de privacidad, huyó a la mañana siguiente del castillo, temblando y muy nerviosa acudió a la Policía a denunciar todos los hechos. A pesar de haber pasado ya unos meses, la mujer admite que aún tiene pesadillas desde esa noche y que visita a un psicólogo para poder recomponerse.
Esta condena ha sido una demostración de que la realeza no está por encima de la justicia. Y que incluso aquellas personas de la aristocracia pueden ir a la cárcel. Ahora, y a pesar de que ha salido de prisión, Simon Bowes-Lyon ha buscado ayuda profesional, para evitar tener más problemas en el futuro.
Sus problemas con la justicia
Este delito solo se añade a una lista suya de antecedentes, aunque, sin dudas, es el más importante de todos. La primera vez que tuvo problemas con la ley fue en 2010, al ser multado por conducir con su moto a 160 km/h en un tramo de 60. En aquella ocasión se le sustrajo el carnet de conducir 9 meses. Un año después, llego a acumular 23 puntos de penalización en su carnet por numerosas condenas por exceso de velocidad, y tuvo que pagar 500 libras.