Tamara Gorro se sincera sobre su pérdida de deseo sexual y cómo afecta a su relación con Ezequiel Garay

Tamara Gorro ha querido sincerarse con su familia virtual a través de su cuenta de Instagram contestando a una serie de preguntas, muchas sobre su vida personal y sobre la situación que está atravesando después de haber revelado que sufre depresión y que se está tratando a través de medicación específica para ellos, poniéndose en manos de profesionales.

Tamara Gorro/ Foto: Instagram

En una de las cuestiones que le han lanzado ha querido dejar los tabúes a un lado, haciendo saber que ha perdido libido, es decir, deseo sexual, como efecto secundario del tratamiento que le están administrando para su enfermedad. Y lo que es evidente es que esta falta de deseo sexual afecta a su relación con su marido, Ezequiel Garay.

"¡Otro tema tabú! Arg. Más que problema, diría efecto secundario. Cierto que puede suceder. Pero NO eres el mejor por tener mucho sexo NI PEOR por no tenerlo. Cada etapa hay que asumirla y aceptarla. A quien le guste, bravo, y a quien no, BYE!", ha escrito a modo de respuesta a la pregunta de uno de sus seguidores. Lo cierto es que está claro que no le da miedo lo que otros puedan pensar sobre ella y sobre las circunstancias que está atravesando.

Tamara Gorro contesta a la pregunta e un seguidor/ Foto: Instagram

Desde que hizo saber que tenía problemas de salud mental, no ha dudado en visibilizar este proceso que está siendo tan largo para ella, pero su lucha continúa y no quiere tirar la toalla. Unos días antes de contestar a esta serie de preguntas también enseñó en un vídeo lo que ella llama ' pastilla de la felicidad ', es decir, un antidepresivo, la pastilla que se toma para intentar recuperarse cuanto antes.

La realidad que está viviendo

Asimismo, contó que tuvieron que pasar seis meses hasta que comenzó a ver algún resultado, por lo que hubo momentos en que las fuerzas flaquearon e incluso llegó a pensar en quitarse la vida porque sentía que no podía seguir adelante así. Por suerte, recapacitó y ahora está tirando hacia adelante, con días buenos y otros que no lo son tanto en los que se refugia en su cama y prefiere no tener que enfrentarse al mundo.