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Candela Quirós Alcuña
Publicado el Lunes 20 octubre 2025 14:00 (hace 23 horas) Última actualización: Lunes 20 octubre 2025 14:10 (hace 23 horas)
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El joven novelista Alfonso Goizueta, autor de novelas como 'La sangre del padre', ha compartido con nosotros todos los detalles sobre su nueva historia inspirada en la Troya homérica.

Alfonso Goizueta es un joven novelista que con tan solo 26 años ya ha conseguido consolidarse como una de las grandes promesas de la narrativa contemporánea española. Historiador, escritor y finalista del Premio Planeta 2023 con 'La sangre del padre', Goizueta ha conseguido cautivar a lectores y críticos. Ahora regresa para contarnos más sobre su nueva novela: 'El sueño de Troya'.

Bekia: ¿Qué puede esperar el lector de esta nueva novela?

Alfonso Goizueta: El lector se puede esperar encontrar una aventura que le devuelve a un siglo XIX fascinante donde los arqueólogos europeos casi funcionaban como ladrones de arte. Viajaban al oriente buscando el rastro de antiguas leyendas y expoliaron un poco con lo que encontraron. Y en particular, seguimos a este arqueólogo con más sombras que luces llamado Heinrich Schliemann, que va en busca de la ciudad de La Ilíada, viendo a ver si la Troya de la Guerra y la Troya de los Héroes existió de verdad.

B: ¿Sientes que tienes algún tipo de presión de tener que superarte tras quedar finalista en el Premio Planeta en 2023?

A.G.: Esa presión siempre está, pero hay que tomárselo con calma. Al final uno no puede ser ajeno a las circunstancias en las que está, el anterior fue un gran éxito entre los lectores y los críticos, entonces uno siempre piensa si esto irá a más o irá a menos, pero al final no tienes otra que abstraerte de todo eso y volver a escribir recordando los motivos por los que escribías, porque el miedo es un sentimiento paralizante, pero no hay que dejarle que tenga tanto sitio.

Libro 'El sueño de Troya' | Fotografía: Javier OcañaLibro 'El sueño de Troya' | Fotografía: Javier Ocaña

B: ¿Qué te llevó a escoger precisamente el mito de Troya y no otro?

A.G.: Uno no elige las historias que cuenta, las historias le vienen buscando a él. El mito de Troya yo lo conocía, conocía la historia de Schliemann. A mí lo que me fascinaba de Schliemann era su carácter oscuro, como persigue un sueño, que se traduce también en que va persiguiendo una obsesión y el precio que estás dispuesto a pagar por ella. Era un personaje monomaníaco, muy interesante de contar, con una psicología que me interesaba relatar.

B: Eres historiador. ¿Crees que podrías haber escrito el libro o al menos haberlo escrito con la misma facilidad si no hubieses estudiado lo que has estudiado?

A.G.: Sí, yo creo que no tiene mucho que ver. Al final yo estudié la carrera de historia, pero cuando uno se sienta a escribir un libro no lo hace como historiador, porque si no estaría escribiendo un ensayo. La historiografía rigurosa va quedando en unas fases atrás en mi vida. Yo soy novelista y a lo que me dedico es a construir ficciones, que parte de esas ficciones están inspiradas en hechos reales o basadas en personajes reales, eso es otra cosa. Pero al final lo que estoy contando es algo que nunca podría contar ningún historiador porque no tendría pruebas fehacientes de ello como para poder aseverarlo. Yo estoy haciendo un retrato humano y además no un retrato humano de Schliemann o de cualquier otro de los personajes, sino de ciertos temas como pueden ser: la obsesión, la búsqueda de significado en la vida, la necesidad de contarse historias, de contarse mitos para que la vida tenga significado... Y eso trasciende el momento y el personaje histórico.

B: Has combinado a personajes reales con personajes ficticios. ¿Cuál crees que es la ventaja o las complicaciones que te ha podido dar esto?

A.G.: En este caso el personaje ficticio principal, que es el narrador, Nicholas Yannikis, me ha servido porque es un narrador testigo. Entonces me permitió, y al lector también se lo permite, ver la locura de Schliemann y también la gran hazaña de Schliemann tomando unos pasos de distancia, como un espectador viendo una función. Eso es lo que más me ha gustado de este personaje, que acompaña al lector en el viaje y

le ayuda a ser testigo de lo que sucedió allí. Al final, Schliemann es un personaje que tiene mucho de oscuridad y para poder verlo bien hay que tomar cierta distancia.

B: ¿Por qué elegiste la primera persona para narrar la historia?

A.G.: La idea es que sea un narrador testigo que te acompaña. Nicholas Yannikis no es el personaje principal, él no es el protagonista, pero te acompaña para ver cómo se están desarrollando los hechos. Además, es un narrador poco fiable, no sabes en qué momentos está diciendo la verdad, en qué momentos no, si se está inventando algo, si está recordando bien, porque en teoría lo está escribiendo desde su vejez, está recordando a su juventud y hay momentos en los que él también se enfrenta a esa difícil línea entre la realidad y la ficción.

B: ¿Has tenido que llevar a cabo una investigación muy elaborada para poder contar el libro?

A.G.: Siempre tienes que conocer muy bien el mundo del que estás hablando. Efectivamente, tuve que estudiar a fondo la biografía de Schliemann para ver cómo encajaban todas las piezas. Y, sobre todo, también tuve que volver a estudiar en profundidad 'La Ilíada'. Era muy importante tener ambas fuentes muy bien asidas a la hora de sentarse a escribir. Entonces sí, ha sido un proceso de investigación riguroso, pero como requieren todas las novelas. Al final más que de investigación, es un proceso muy importante de pensamiento: ¿Qué quieres contar con esta novela?, ¿Qué quieres hacer que digan estos personajes?, ¿Qué quieres hacerles pensar?, ¿Qué mensaje quieres transmitir?, ¿De qué temas quieres escribir? No es simplemente contar la historia.

B:¿Que hay de tu personalidad en los personajes?

A.G.: En cada uno de ellos hay una parte de mí. Creo que hay mucho de mí en Schliemann, es un personaje real, pero yo lo he llenado con un carácter y una psicología que son míos, porque al final representa algo que tenemos todos, que son esas obsesiones a veces oscuras. Es una novela que ha hablado mucho de mí o en la que yo hablo mucho de mí mismo, de cuál es mi proceso de escritura, de cómo me he enfrentado yo a una idea difícil de contar, pues tan difícil como fue para ellos excavar en busca de una ciudad que no sabían si existía. La novela se ha vuelto incluso un poco autobiográfica en ese sentido, yo me veía reflejado en ese Schliemann que no podía encontrar la ciudad de Troya.

B ¿Qué le recomendarías a una persona para crear un personaje desde cero y que esté bien estructurado?

A.G.: No sé si yo podría dar una recomendación así como un decálogo, es una ciencia muy extraña esta de escribir. Hay personajes que salen, hay personajes que no, y no sabes exactamente definir o desgranar qué es exactamente lo que tienen o qué es exactamente lo que los hace tal y como son. Hay muchas veces que pensar que quieres escribir para algo, para crear un fantástico personaje y eso se puede volver limitante y acabar siendo un obstáculo en la escritura.

B: ¿Has cambiado algo del libro?

A.G.: Ha cambiado muchísimo, esta novela ha tenido como 4 o 5 versiones. Llegaba al fin y yo decía, 'esto me gusta, esto no está contando lo que yo quiero contar'. Ha sido un proceso también de excavación. Es decir, ellos excavaban en la colina, pues yo iba excavando en el papel hasta encontrar exactamente la voz, la estructura y los temas que quería contar. Me ha llevado mucho esfuerzo, ha sido muy difícil, pero finalmente estoy contento con el resultado.

Alfonso Goizueta, escritor | Fotografía: Javier OcañaAlfonso Goizueta, escritor | Fotografía: Javier Ocaña

B: ¿Consideras que hay una evolución respecto a tu anterior novela? ¿Ha sido más fácil, más difícil o es un proceso completamente diferente?

A.G.: Ha sido un proceso completamente diferente. No sé si más difícil, más fácil. Ha sido más laborioso, sin duda. Cuando escribí 'La sangre del padre', no tenía tanta presión. Era una novela para ir aprendiendo cosas de mí mismo mientras iba escribiendo. Y esta, verdaderamente, ha sido un ejercicio de literatura. Diría que esta es la novela que me hace novelista, de verdad. En el sentido de que aquí es donde he arriesgado con el lenguaje, he arriesgado con las estructuras, con los personajes, con los temas que quería contar. Mientras que la sangre del padre era una novela casi muy iniciática. Un joven que contaba los temas que le interesaban a través de una novela, de una historia ficticia. Y aquí quiero pensar que aquí me voy forjando más como escritor.

B:¿Estás trabajando en algo nuevo? ¿Te gustaría seguir por la línea?

A.G.: Siempre hay ideas, pero no. Ahora mismo lo más importante descansar, porque a la mente también hay que darle un poco de barbecho para que vuelvan a surgir las ideas. Y sobre lo de cambiar de registro, pues es que un día te levantas con una idea que nunca has tenido antes, una novela que es un reto porque es un tema que nunca has escrito antes y eso es lo que más te obsesiona escribir. Así que no lo sé.

B: ¿Crees que la gente que lea el libro podría sentirse identificada con el personaje principal igual que tú has explicado que desarrollándolo has aportado mucho de ti?

A.G.: Sí, yo creo que sí. Yo creo que al final el narrador-testigo Nicholas Yannikis va a llevar al lector de la mano y lo va a hacer empatizar con lo que él está viendo, porque le va a permitir una mirada muy limpia y muy pura sobre la historia y le va a hacer ver lo que está sucediendo allí. Ver cómo cada personaje tiene sus luces y también sus sombras. Entonces yo creo que es un buen compañero de viaje para esta novela. Me gustaría que los lectores lo vieran así, como el personaje que te va a llevar de la mano todo el rato, no te va a soltar. Es un narrador que te hace compañía, te va llevando a lo largo de la historia. De hecho, en el libro hay muchos momentos que Yannikis dice, verás, lector, verás, lector. Se está refiriendo al lector constantemente. Es un ejercicio conjunto.

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B: ¿Crees que el libro, al desarrollarse en un periodo de guerra, puede aportar algo de claridad sobre los conflictos que hay en la actualidad?

A.G.: Sí, yo creo que es un libro que tiene grandes resonancias con la actualidad. Además constantemente se trata de buscar una justificación en el pasado para las acciones del presente. En la novela tenemos ese enfrentamiento entre el Oriente y el Occidente. Entonces, sí, tiene ecos con la actualidad, claro que sí.

B: Troya por mucho que se reconstruye acaba destruida, ¿Crees que esa metáfora que empleas en el libro también podría ayudar al pensamiento de la sociedad actual?

A.G.: o creo que ahí es una metáfora más luminosa, porque al final Troya es una ciudad que se va construyendo a capas. Creo que eso refleja un poco cómo somos nosotros, nos formamos a base de escombros y nos vamos construyendo por capas, hay capas que quedan destruidas, pero encontrarlas también es parte de nuestro proceso de crecimiento como seres individuales.

B: ¿Qué crees que llevó a Schliemann a realizar el descubrimiento?

A.G.: Yo creo que la necesidad de darse sentido a la vida. Schliemann estaba deseoso de que la Troya que descubriera fuera la Troya de la Ilíada, la del mito, porque el mito le salva. Como decía Javier Cercas: "La ficción salva". Porque si no, ¿Qué es la vida sin aventuras? ¿Sin historias? ¿Sin magia? ¿Sin heroísmo? Se queda en una realidad vacía. Y eso es lo que yo creo que Schliemann tenía miedo de descubrir, y por eso se empeña tanto en encontrar una ciudad mitológica.

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