En el inesperado informe de los investigadores sobre el caso en la muerte de Joan Rivers se ha puesto de manifiesto nuevos indicios de fallos humanos en el fallecimiento de la artista. Según arroja el informe, además de la muerte por fallo respiratorio a causa de la pérdida de entrada oxígeno al cerebro, la anestesia y la práctica de una laringoscopia tampoco corrían con el control y consentimiento médico requerido.
Los abogados de la familia Rivers han declarado que "su cliente, Melissa Rivers, esta terriblemente decepcionado de conocer los múltiples errores cometidos por parte de personal médico y de la clínica Yorkville", unos errores cometidos por un personal que no tenía legitimidad ni 'privilegio' para practicar aquella intervención.
Consecuencias irreversibles
La muerte de Joan Rivers ha sido una de las grandes pérdidas en el mundo de la televisión estadounidense este año, una muerte que ha hecho saltar las alarmas y múltiples críticas sobre la profesionalidad de los facultativos en muchos de los hospitales privados y con más 'reputación' del país.
Según vamos conociendo nuevos detalles parece que se alinearon una serie de fallos en las conductas y prevenciones profesionales de varios profesionales. Por un lado, la falta de control en la intervención quirúrgica y por otro, en la administración del anestésico Propofol, el mismo componente implicado en la muerte de Michael Jackson.