El relato que se construyó en torno a la ruptura de Miguel Ángel Silvestre y Rebeca Toribio se centró en las imágenes del actor besándose con otra mujer en una discoteca madrileña. Sin embargo, esa escena no fue el origen del conflicto, sino una consecuencia lógica de una relación que ya había llegado a su fin semanas atrás. Según explicó la colaboradora Cayetana Llorca en exclusiva para 'En todas las salsas', fuentes del círculo íntimo de Rebeca aseguraron que la pareja había decidido separarse aproximadamente un mes antes de que estallara el escándalo.

Uno de los factores determinantes en la separación fue el ritmo de vida profesional que ambos llevaban, especialmente Miguel Ángel Silvestre, cuya carrera como actor atraviesa uno de sus momentos más exigentes. El actor apenas podía dedicar tiempo a su vida personal. Este desequilibrio fue acentuándose con el paso de los meses, hasta convertirse en una fuente constante de tensiones. Según Cayetana Llorca, el actor se encuentra completamente volcado en su desarrollo profesional, priorizando el trabajo por encima de cualquier otra esfera de su vida.
A su vez, Rebeca Toribio también atraviesa una etapa profesional intensa. Su restaurante Superchulo, especializado en alimentación saludable y estética "rainbow food", se ha consolidado como un negocio de referencia en Madrid. Rebeca ha apostado con fuerza por expandir su marca y posicionarse en el ámbito de la gastronomía consciente, lo que le ha exigido una gran dedicación. Rebeca, según reveló su entorno, tomó finalmente la decisión de cerrar esa etapa, priorizando su bienestar emocional y el desarrollo de su proyecto personal.
Las tensiones familiares y la desconexión emocional
Uno de los aspectos más delicados que salieron a la luz fue la escasa integración de Miguel Ángel en el entorno familiar de Rebeca. Según relató Cayetana Llorca, varias fuentes cercanas a Rebeca aseguraron que el actor no logró establecer una relación cercana con la familia de su pareja, algo que ella valoraba especialmente. Esta distancia terminó afectando a la estabilidad de la relación. Rebeca se sentía dividida entre su entorno íntimo y su vida con Miguel Ángel, y la falta de integración del actor en su círculo más cercano generaba un vacío que fue creciendo con el tiempo.
El desenlace llegó envuelto en ruido mediático. Sin embargo, quienes conocen de cerca la historia aseguran que no hubo traición ni escándalo, sino una separación silenciosa, decidida con madurez y respeto. Fue Rebeca quien rompió el silencio a través de sus redes sociales, explicando que ella y Miguel Ángel ya no eran pareja desde hacía tiempo y pidiendo respeto para ambos. Ambos parecen haber elegido seguir adelante, cada uno por su camino, con la tranquilidad de haberlo intentado.