Cuando Francisco Rivera y Lourdes Montes hablaban de ampliar la familia, ya lo hacían en pasado. En una entrevista con ¡HOLA!, la pareja reconoce que intentaron durante años tener un tercer hijo en común, pero tras varios intentos fallidos y sin recurrir a tratamientos médico complejos, no lo consiguieron. Francisco, tras una cornada que le dañó un testículo, sabía que sus posibilidades eran bajas. Por eso, cuando descubrieron que Lourdes estaba embarazada, la sorpresa fue inmensa. "Lo habíamos dado por imposible", reconoce el torero. Pero la vida les tenía guardado un as bajo la manga: Nicolás, un bebé que llegó en el mejor momento de la pareja.
Nicolás fue el parto más especial de los tres que ha vivido Lourdes. A diferencia de sus anteriores experiencias, este lo recuerda con mucha tranquilidad, gracias al entorno del hospital, donde todo parecía pensado para reducir la ansiedad de la madre. A pesar de esa serenidad, admite que fue el parto que más nervios le generó. "No sé si por la edad, por ser el último o por la conciencia del momento, pero estaba muy emocionada y muy sensible ", cuenta. La llegada de Nicolás trajo consigo una carga emocional especial: la sensación de cierre, de capítulo final.
La llegada de un nuevo hijo podría haber desestabilizado una dinámica ya consolidada entre Francisco y su mujer, con dos hijos en edad escolar y una vida bastante organizada. Sin embargo, para ellos ha supuesto todo contrario. "Ha llegado en nuestro mejor momento", afirma él. Con más de una década de matrimonio y quince años de relación, la pareja ha aprendido a ir de la mano en el camino. "Lourdes es el timón de la casa", dice el torero. Ambos coinciden en que sus respectivas historias familiares, marcadas por la pérdida de sus padres les han unido aún más y les han llevado a priorizar la estabilidad emocional de sus hijos por encima de todo.
La llegada de Nicolás a la familia ha sido acogida con entusiasmo por sus hermanos mayores. Carmen, de nueve años, se ha convertido en una hermana mayor entregada. "Está pendiente de todo, es como una segunda madre", dice Lourdes con orgullo. La pequeña no se separa de su hermano y se desvive por atenderle. Fran, de seis, también muestra ternura. "Está haciendo ya planes para cuando Nicolás crezca", comenta su padre entre risas. Durante el embarazo sí hubo ciertos signos de celos, pero supieron manejarlos. De hecho, Francisco bromea diciendo que exageraron las posibles complicaciones de tener un hermano para que la realidad les pareciera más llevadera.
Francisco Rivera: paternidad pasados los 50
Convertirse en padre a los 51 años no ha supuesto un problema para Francisco Rivera. Atrás quedaron las giras, corridas y vuelos. Hoy, su vida gira en torno al hogar y a sus hijos. "Echo de menos el toro, claro que sí. Pero no echo de menos todo lo que me alejaba de mi familia", confiesa. Y aunque admite que aún llora con facilidad, "soy un llorica", dice con humor. La llegada de Nicolás le ha permitido reencontrarse con el padre que siempre quiso ser. "Mi único plan ahora es disfrutar de mis hijos. Lo demás, que venga como tenga que venir".