COMO DOS TORTOLITOS

Enrique Ponce y Ana Soria derrochan amor a bordo de un barco disfrutando del atardecer

La feliz pareja sigue disfrutando de su amor sin importarles lo que diga la gente y no dudan en compartir sus románticos momentos.

Raquel Alonso Sánchez 19 Agosto 2020 en Bekia

La pareja del momento sigue disfrutando de su amor allá por donde va. Ana Soria y Enrique Ponce saben que tienen todos los ojos puestos sobre ellos y que los comentarios en torno a su relación son de lo más variados, pero ellos no se esconden y disfrutan de cada momento como si fuera el último. De hecho, no tienen ningún reparo en compartir con sus seguidores algunos de estos románticos momentos.

Ya habíamos podido ver alguna que otra publicación que ha llamado la atención sobre todo por el toque adolescente que tenía en el caso de Enrique Ponce. Pues bien, ahora han querido compartir con todos su tarde en alta mar, donde han disfrutado de un bonito atardecer. Ha sido Ana Soria la que ha compartido dos fotografías en las que se les puede ver de lo más acaramelados en el barco demostrando lo mucho que se quieren.

Además, también han subido algún que otro vídeo y, mientras que en el caso de Ana Soria se la puede ver a ella en solitario contemplando el atardecer, en el caso del torero se les ve a ambos en actitud muy cariñosa dedicándose besos y arrumacos mientras ven la bonita puesta de sol. No hay duda de que su relación va hacia delante y de que les da absolutamente igual la opinión de los demás.

Una pillada comprometida

'Sálvame' está tras la pista del torero en las últimas semanas y esto les ha llevado a encontrarse con unas imágenes un tanto asquerosas del mismo. Enrique Ponce se encontraba disfrutando de una tarde con amigos en una terraza cuando, de repente, recibía una llamada y se levantaba de su asiento para ir a hablar por teléfono. Pues bien, justo en ese momento decidió meterse la mano dentro del pantalón para rascarse cierta parte de su cuerpo.

Sin duda las imágenes dan un poco de vergüenza ajena pero es que esto no se queda aquí, porque el torero vuelve a la mesa y comienza a rascarse el oído por dentro con ganas y termina mirándose el dedo para ver si había salido algo, comprobando que sí y sacudiendo la mano para tirarlo al suelo. Viendo las imágenes con detenimiento se puede poner la tripa del revés y es, sin duda, una gran pillada.

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