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Conocer a fondo la vida de nuestras celebs preferidas es uno de esos sueños que, al menos una vez en la vida, se nos pasa por la cabeza. Descubrir sus aficiones, sus rutinas desde que se levantan hasta que se acuestan, sus fondos de armario -¡por qué no!-, sus distracciones más personales y, por supuesto, sus rincones privados favoritos. Y es aquí donde sus increíbles propiedades o, mejor dicho, sus grandiosos 'casoplones' entran en juego. Porque por muchos que lo quieran negar, la curiosidad es una de esas curiosidades que más parece acechar al ser humano.
Hasta tal punto de querer saberlo todo acerca de nuestro personaje idolatrado. Desde la distribución de la casa hasta la decoración de todas y cada una de sus estancias, pasando, por supuesto, por las pinceladas mas ocultas, como aquello que forma parte de su lista de la compra o de sus infinitas posibilidades a la hora de buscar el look perfecto del día. Y si esa persona no es otra que el afamado diseñador de moda Calvin Klein... ¡Apaga y vámonos!

De primeras, la perfección consigue establecerse en todas aquellas ideas o premisas que rondan nuestra cabeza, desde cómo será el vestíbulo hasta los toques que harán de su trastero el más pintoresco jamás visto. Tal y como sucedía hace unas semanas con la mansión de Catherine Zeta-Jones y Michael Douglas, quienes se habían encargado de transformar un común establo en uno de los lugares más especiales de su vivienda. Ese lugar en el que nada importa, donde el tiempo parece convertirse en tu mejor aliado.
Pues bien, hay que decir que algo similar es lo que ocurre con la mansión del tan conocido y querido, a la vez, mundialmente Calvin Klein. Nada más y nada menos que una vivienda de 14.000 metros cuadrados de superficie reservando 6.000 de su capacidad para espacio interior y 8.000 en exterior- donde la sencillez, la elegancia y la pureza quedan nombradas como las verdaderas anfitrionas de este espectacular palacio.
Y una propiedad de tales características tan solo podía estar ubicada en uno de los barrios más pulcros, selectos y privilegiados de toda la costa sureste de Estados Unidos: Miami Beach, en Florida. Sin duda, uno de los puntos geográficos con mayor capacidad de atracción y donde se encuentran instaladas las residencias privadas de numerosas figuras reconocidas, tales como Jennifer Lopez, Gloria Estefan e incluso el propio Antonio Banderas, quien lleva demostrando su amor por el continente americano desde hace muchos años.

Pues bien, Calvin Klein, además de ser propio de la mismísima ciudad de Nueva York, también ha sabido muy bien donde anclar su vida privada, al menos, durante una breve temporada. Concretamente, esta mansión construida en el año 1929 ha tenido el privilegio de acoger al que es considerado como uno de los grandes iconos de las pasarelas en sus años de máximo esplendor, si bien es cierto que su etiqueta sigue y seguirá siendo admirada en, prácticamente, todos los países del mundo.
Una vivienda que recoge los gustos más personales del neoyorquino y de la que pareció haberse cansado ya hace un par de años. Así, fue exactamente en el 2015 cuando Klein tomó la decisión de ceder su exquisita y llamativa morada a quien estuviera dispuesto a asumir los gastos de su compra. Y hay que decir que, en un primer momento, el que un día fue esposo de Jayne Centre y Kelly Rector y pareja de jovencísimo Nick Gruber no tuvo demasiado éxito, como quien dice. Y para quienes no lleguen a creerlo, existen dos datos que lo demuestran.

En primer lugar, curioso era que a pesar de haber sido puesta en venta dos años atrás nadie se hubiese atrevido a echarle un ojo encima y, en segundo lugar, que la cifra solicitada para llegar a un acuerdo de compra no llegase nunca a encontrar su objetivo. Aunque, en realidad, ambas tienen mucho que ver la una con la otra. Y es que ha sido a través de una "rebaja" realizada por la inmobiliaria responsable en encontrar al nuevo propietario como se ha logrado firmar el acuerdo definitivo de compra. ¡Por fin!
Una preocupación menos para quien se ha encargado de hacer que ahora nuestros ojos vayan con mayor frecuencia a parar sobre algunas de sus campañas publicitarias de ropa interior. Aunque eso sí, la identidad del nuevo propietario del que un día fue hogar del septuagenario diseñador aun está por conocer. Lo que sí que podemos dar por seguro es que tanto él como ella vivirán como auténticos reyes.
La cifra establecida junto a su cartel de 'se vende', de nada más y nada menos que 13 millones de dólares -3 millones inferior al precio de salida en 2015-, da prueba de ello. O al menos inicialmente, ya que al encontrarnos una cantidad de tales características supones que su interior debe ser, cuanto menos, equiparable al precio que solicitado. Es decir, lujo, confort y belleza unificados en una misma vivienda, nada más.

Y por supuesto, la que hasta ahora era casa de Calvin Klein cumple estos determinados "requisitos". Un lujoso palacete cuyas estancias se distribuyen a lo largo de dos plantas y entre las que destacan los siete cuartos de baño, los cinco dormitorios, la piscina exterior, los dos garajes, la cocina y -ahí va lo sorprendente- el embarcadero privad o. Sí, sí, habéis leído bien. Un lugar visible desde cualquiera de las dependencias de la casa y en la que se alojan sus embarcaciones privadas. Así es, a tan solo un paso de disfrutar de las maravillas que el mar ofrece.
Y seguro que en más de una ocasión Klein habrá recurrido a este magnífico plan para divertirse en compañía de sus amigos o su familia. Aunque lo que más llama la atención en la relajación y el confort que desde un primer momento ofrecen todas y cada una de las estancias de la casa. Quizá sea por su minimalista y elegante decoración o quizás por la paz que el predominio del color blanco ofrece a la casa. Lo que sí sabemos es que quien de ahora en adelante tenga el privilegio de vivir en este precioso 'casoplón' se ha ganado, desde ya, nuestra más sincera y sana envidia.