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La Navidad siempre ha tenido un significado especial para Belén Esteban. La colaboradora, que a lo largo de su carrera televisiva ha mostrado un carácter profundamente familiar, vive estas fechas con una mezcla de ilusión, nostalgia y gratitud. Su amor por su hija Andrea, la devoción por su madre Carmen y el recuerdo permanente de su padre Francisco han marcado su vida y su discurso público. Pero detrás de esa imagen luminosa, Belén nunca ha ocultado que su infancia estuvo atravesada por dificultades económicas que su madre trató de suavizar con un esfuerzo inmenso.
En una intervención que realizó hace dos años en 'Herrera' en COPE, la tertuliana revivió uno de los episodios más duros y a la vez más tiernos de su niñez. Fue Alberto Herrera, hijo del presentador Carlos Herrera, quien evocó aquella época con un relato que emocionó profundamente a Belén. " Ay, benditos mis bienes, que de mis males me sacan ", recordó el locutor, citando una frase que Carmen Menéndez repetía cada Navidad al cruzar el umbral de un lugar que la pequeña Belén creía mágico.
Durante años, la colaboradora pensó que aquel "almacén lleno de mujeres" era una especie de taller secreto donde las ayudantes de los Reyes Magos preparaban los regalos. Su madre acudía allí siempre en los días previos al 6 de enero y, poco después, los juguetes aparecían en casa. La inocencia infantil tejía así una fantasía que ocultaba una realidad mucho más dura: Carmen visitaba una casa de empeños para poder costear los regalos de sus hijos.
El propio Alberto Herrera relató el momento en el que Belén empezó a comprender lo que ocurría. " Un año, Mari Carmen salió de casa con un collar y, por casualidad, se encontraron un anillo con brillante por el camino... A la vuelta, después de pasar por ese lugar, Belén se dio cuenta de que su madre ya no llevaba ninguna de las dos piezas ". Fue entonces cuando la niña entendió que aquel almacén no era un taller de magia, sino un recurso desesperado para que la Navidad siguiera siendo un día feliz en su hogar.
"Varias veces he ido con mi madre a la casa de empeños", confesó Belén entre lágrimas al recordar ese descubrimiento. Agradecida por el homenaje que Alberto le dedicó a su madre, añadió: "Mi madre estará ahora llorando como una magdalena. No me lo esperaba". La emoción de la colaboradora dejó claro que, pese al paso del tiempo, aquellas Navidades siguen muy presentes en su memoria.
El esfuerzo de sus padres y el apoyo de su segunda madre
En esa misma conversación, Belén reivindicó el esfuerzo incansable de sus padres. Francisco, pintor de brocha gorda, y Carmen, limpiadora en unas galerías y en un colegio, trabajaron sin descanso para sacar adelante a sus hijos. En ese colegio, Carmen conoció a Sor Mercedes, una figura fundamental en la vida de Belén. "Fue mi monja. La he querido como a mi madre. Me llevaba a todos los lados mientras mi madre limpiaba. La gente dejaba ropa y ella siempre buscaba lo mejor para mis hermanos y para mí", recordó la colaboradora, subrayando el papel esencial que la religiosa tuvo en su infancia.
Gracias a ese esfuerzo colectivo, sus padres, Sor Mercedes y la propia resiliencia familiar, Belén y sus hermanos vivieron unas Navidades llenas de cariño, aunque a veces faltaran recursos. Hoy, con una vida muy distinta, la colaboradora sigue celebrando estas fechas rodeada de los suyos, consciente de que cada reunión familiar es también un homenaje a quienes hicieron posible que, incluso en los momentos más difíciles, la magia nunca desapareciera.
